3/10/2019, 19:06
La réplica de Zaide no tardó en llegar, y no sólo ensombreció al discurso de Akame porque aquel tío tuviera un carisma sencilla hipnótico, sino porque sus argumentos eran también muy lógicos. El dinero, la fama, el poder... ¿Quién no iba a dejarse seducir por semejantes cantos de sirena? Incluso aunque se metieran en El Juego de forma voluntaria —aunque, en cierto modo, lo estaban ya—, ¿qué aseguraba que no le acabaran cogiendo el gusto a eso de vivir como reyes? O, en este caso, como daimyōs. Y sin embargo, la perorata de Zaide le arrancó una media sonrisa a Akame; porque intuyó que su visión del mundo era más cercana a la del veterano Uchiha de lo que podía serlo con cualquiera de los otros Ryutō.
Sin embargo, Kyuutsuki todavía tenía cosas que decir. ¡Y qué cosas! La revelación que aquella misteriosa persona les hizo, cambiaría para siempre el curso de la vida de Akame en Dragón Rojo. Para siempre, y de forma irremediable.
«¿Kirigakure no Sato? ¿La "Aldea de la Niebla Sangrienta"?»
Un estudioso como Akame había leído, sin duda, sobre las antiguas Cinco Grandes Aldeas. Sobre sus guerras, sus disputas y treguas, sus errores y aciertos. Se decía que Kirigakure había sido una Villa temida por todo Oonindo por sus brutales prácticas para con sus shinobi. Una gente despiadada que a veces, mirándolos con los ojos de la Historia, no parecía haber sabido distinguir aliados de enemigos. Umigarasu quería ahora resucitar aquel cadáver marchito, un monstruo de otra era que —a juicio del joven Akame— no tenía lugar en el día de mañana. Para él, aquel sueño pernicioso no era sino viajar en el tiempo... hacia atrás.
—¿Resucitar a un viejo esqueleto de tiempos pasados? —replicó el Uchiha—. ¿Por qué querría nadie en esta mesa hacer algo así? ¿No hemos sido todos vilipendiados, traicionados, vapuleados por nuestras Aldeas? Las Villas ninja son un cáncer para Oonindo, uno de que debe ser extirpado —miró a los presentes uno a uno, como tratando de determinar en su rostro si eran partidarios de aquella idea o no—. ¿Vamos a sacrificarlo todo en nuestras vidas para simplemente añadir un engranaje más a la máquina, un jugador más a la mesa? ¿O vamos a repartir las cartas?
El Uchiha fumó otra calada, visiblemente en desacuerdo con semejantes aspiraciones.
Sin embargo, Kyuutsuki todavía tenía cosas que decir. ¡Y qué cosas! La revelación que aquella misteriosa persona les hizo, cambiaría para siempre el curso de la vida de Akame en Dragón Rojo. Para siempre, y de forma irremediable.
«¿Kirigakure no Sato? ¿La "Aldea de la Niebla Sangrienta"?»
Un estudioso como Akame había leído, sin duda, sobre las antiguas Cinco Grandes Aldeas. Sobre sus guerras, sus disputas y treguas, sus errores y aciertos. Se decía que Kirigakure había sido una Villa temida por todo Oonindo por sus brutales prácticas para con sus shinobi. Una gente despiadada que a veces, mirándolos con los ojos de la Historia, no parecía haber sabido distinguir aliados de enemigos. Umigarasu quería ahora resucitar aquel cadáver marchito, un monstruo de otra era que —a juicio del joven Akame— no tenía lugar en el día de mañana. Para él, aquel sueño pernicioso no era sino viajar en el tiempo... hacia atrás.
—¿Resucitar a un viejo esqueleto de tiempos pasados? —replicó el Uchiha—. ¿Por qué querría nadie en esta mesa hacer algo así? ¿No hemos sido todos vilipendiados, traicionados, vapuleados por nuestras Aldeas? Las Villas ninja son un cáncer para Oonindo, uno de que debe ser extirpado —miró a los presentes uno a uno, como tratando de determinar en su rostro si eran partidarios de aquella idea o no—. ¿Vamos a sacrificarlo todo en nuestras vidas para simplemente añadir un engranaje más a la máquina, un jugador más a la mesa? ¿O vamos a repartir las cartas?
El Uchiha fumó otra calada, visiblemente en desacuerdo con semejantes aspiraciones.