4/10/2019, 02:03
(Última modificación: 4/10/2019, 02:07 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
Kaido tuvo que admitir que la verborrea de Uchiha Akame, con sus citas célebres que enfatizaban verdades como puños, tenían mucho sentido. Claro que su discurso hubiera calado a un nivel más profundo en todos los reunidos —incluyéndolo a él—. si su expresión y desenvolvimiento a la hora de transmitir su opinión no fuera lo mismo que ver una jodida patata inanimada moviendo la puta boca «joder, y yo que pensaba que en circunstancias normales Akame era un soso de mierda. Pero esto lo ha superado todo» de todas formas, algo de razón tenía cuando quisol dilucidar los pros que vendrían si se aceptaba la propuesta de Umigarasu, con eso de que al fingir sumisión, Dragón Rojo podría estar más cerca del verdadero enemigo mientras planificaba dar el golpe desde adentro. Zaide, no obstante —que a diferencia de Akame sí que expedía convencimiento en sus discursos, pero al que Kaido quería lanzarle un jodido Mizurappa en la cara para que se callara de una buena vez—. rebatió la teoría de su primo lejano tan rápido como un sunshin. Para él, amoldarse al status quo no era una opción lógica.
El gyojin se arremangó en su asiento, tratando de ponerse cómodo, y estuvo más que dispuesto a intervenir para dar su opinión, pero no tuvo tiempo. Kyūtsuki retomó la palabra, al afirmar que su intervención no había concluido del todo.
Y así, sin vaselina ni permiso; soltó la bomba del año. Ni de qué del año. ¡Del siglo!
Una risita conocida para todos afloró, a modo de homenaje, de la boca de Kaido.
—Juuuujujuju...
«Vaya. Con que los objetivos de Umigarasu no estaban tan lejos de nuestro sueño más utópico, eh, ¿Shaneji-kun?» el exiliado de Amegakure sonrió con la boca ensanchada de oreja a oreja, y no pudo evitar recordar a su hermano de agua. De hecho, ahí en donde estaba sentado su verdugo, Akame, lo veía a él, y rememoró un pequeño discurso que dio tiempo atrás en la primera reunión, cuando se le desveló a Kaido éste objetivo en particular «esperabas que al recuperar el poder de éste País, y que pudiéramos dar vida a la gran Kirigakure y devolverle su antigua gloria. Sacarla de las profundidades del océano que ahora la inunda» si alguien debía defender la memoria de su amigo, era Kaido, y lo iba a hacer con uñas y dientes.
—Ya lo dijiste tú mismo, Akame. Para vencer a nuestros enemigos, lo mejor es ir desollándolos desde adentro. ¿O cómo esperas participar en la mesa de las Tres Grandes si no nos hacemos ver como una entidad que exija y deba ser reconocida por todos, uhm? ¿Crees que para la Alianza formada por nuestras antiguas aldeas —pacto que con el simple hecho de que exista nos hace entender que no están dispuestas a ceder ante cualquier agente externo, y mucho menos una jodida organización criminal—. no les será sencillo convencer a sus nobles vecinos para vapulearnos una vez convengan de que somos una amenaza real?
»Ya lo intentaron contigo, y conmigo. Tu rostro es prueba fidedigna de ello —Kaido infló el pecho—. pero si Dragón Rojo persiste y se renueva como un gobierno que ha de ser reconocido, podemos romper el status quo como una Villa de nuevas generaciones. Con nuevos principios. ¿Para qué repartir cartas, eh? si podemos crear nuestro propio juego...
El gyojin se arremangó en su asiento, tratando de ponerse cómodo, y estuvo más que dispuesto a intervenir para dar su opinión, pero no tuvo tiempo. Kyūtsuki retomó la palabra, al afirmar que su intervención no había concluido del todo.
Y así, sin vaselina ni permiso; soltó la bomba del año. Ni de qué del año. ¡Del siglo!
Una risita conocida para todos afloró, a modo de homenaje, de la boca de Kaido.
—Juuuujujuju...
«Vaya. Con que los objetivos de Umigarasu no estaban tan lejos de nuestro sueño más utópico, eh, ¿Shaneji-kun?» el exiliado de Amegakure sonrió con la boca ensanchada de oreja a oreja, y no pudo evitar recordar a su hermano de agua. De hecho, ahí en donde estaba sentado su verdugo, Akame, lo veía a él, y rememoró un pequeño discurso que dio tiempo atrás en la primera reunión, cuando se le desveló a Kaido éste objetivo en particular «esperabas que al recuperar el poder de éste País, y que pudiéramos dar vida a la gran Kirigakure y devolverle su antigua gloria. Sacarla de las profundidades del océano que ahora la inunda» si alguien debía defender la memoria de su amigo, era Kaido, y lo iba a hacer con uñas y dientes.
—Ya lo dijiste tú mismo, Akame. Para vencer a nuestros enemigos, lo mejor es ir desollándolos desde adentro. ¿O cómo esperas participar en la mesa de las Tres Grandes si no nos hacemos ver como una entidad que exija y deba ser reconocida por todos, uhm? ¿Crees que para la Alianza formada por nuestras antiguas aldeas —pacto que con el simple hecho de que exista nos hace entender que no están dispuestas a ceder ante cualquier agente externo, y mucho menos una jodida organización criminal—. no les será sencillo convencer a sus nobles vecinos para vapulearnos una vez convengan de que somos una amenaza real?
»Ya lo intentaron contigo, y conmigo. Tu rostro es prueba fidedigna de ello —Kaido infló el pecho—. pero si Dragón Rojo persiste y se renueva como un gobierno que ha de ser reconocido, podemos romper el status quo como una Villa de nuevas generaciones. Con nuevos principios. ¿Para qué repartir cartas, eh? si podemos crear nuestro propio juego...