4/10/2019, 13:48
Algunos de los Ryūtō miraron a Akame con cara de desconcierto.
—¿Un engranaje más a la máquina? Pero… ¿De qué hablas, blothel?
Quizá, en otras circunstancias, sus palabras enigmáticas hubiesen despertado interés y curiosidad en el resto. Pero la manera tan poco carismática que tenía de expresarse… ¡Demonios! ¡Era como oír a un crío metiéndose en una conversación de adultos! Lo único en que pensabas era en que se callase de una vez para poder retomar la conversación de verdad.
Cosa que Kaido hizo. Con argumentos más favorables al pensamiento de la mayoría de Ryūtōs, cabe decir.
—Kaido lleva razón —intervino Ryū, por primera vez—. Quería a Umigarasu muerto… pero esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar.
—Resurgir Kirigakure… Ser al fin un país independiente… Eso es lo que buscábamos desde el principio. —La Anciana lo tenía claro.
Zaide bufó. Se inclinó hacia atrás y señaló el tatuaje que llevaba en el cuello.
—¿Ven esto? ¿Creéis que me lo puse por moda? —El tatuaje era el dibujo de una bandana sin símbolo, rasgada—. He sido un hijo de puta toda mi vida, pero lo he sido con mis propias reglas, sin escudarme en las órdenes de nadie. ¡Qué somos criminales, joder! —exclamó, y lo decía no como algo de lo que avergonzarse, sino con orgullo—. Robamos, secuestramos, matamos… Como cualquier otro ninja, pero nosotros lo hacemos por algo. ¡Por nuestros propios putos motivos!
»¿Qué vamos a cambiar con una Villa, huh? ¿Qué mierda de status quo piensas que vamos a romper, Kaido? ¿Solo aceptar a ninjas de pura sangre, como planeaba Shaneji? —resopló, conteniendo una carcajada—. ¿Mirar el árbol genealógico de cada incorporación? ¿O mostrándonos como los más duros del barrio? ¿Es esa tu idea? Venga, ¡no me jodáis! ¡Solo estaríamos añadiendo otra pieza al tablero!
Venía a decir un poco lo mismo que Akame, solo que cada palabra suya exigía ser escuchada. No había ciencia que explicase la diferencia. Al fin y al cabo, eran solo palabras. Pero la forma que tenía Zaide de sonreír, de alzar una ceja, de bufar, de entonar cada sílaba, era lo que le distinguía. Podías estar de acuerdo o no con él, hasta odiarle, pero nadie podía negar que el Uchiha tenía un magnetismo palpable, visible incluso si uno era lo suficientemente perceptivo. No ya al verle a él, sino por cómo los que le rodeaban cambiaban. Cambiaban su postura; se inclinaban hacia él para escucharle mejor; se mordían el labio…; o simplemente endurecían todo su cuerpo, como si tratasen de ir contra corriente y no verse arrastrados por su voz.
—¿No os dais cuenta? ¡Esta es una oportunidad única para romper el tablero! ¿Repartir nosotros las cartas? No. Lo que nosotros podemos hacer, ¡es cambiar el juego! —Pero, ¿es que no lo veían? ¿Qué cambiaría una Villa más o menos? Oonindo ya había tenido cinco. Ahora tres. ¿Qué más daba si se quedaba en cuatro? ¿Acaso eso cambiaría algo? ¿Acaso algo había cambiado desde entonces?—. Matemos a Umigarasu, que Kyūtsuki se haga pasar por él por unos meses para prepararlo todo… y hagamos una auténtica revolución.
Miró a todos y cada uno de los presentes a los ojos, uno a uno.
—¿Qué me decís, huh? Lo que yo digo es que decapitemos el puto feudalismo. Lo que yo digo es cambiar el sistema. Démosle el poder a quien pertenece, ¡al pueblo! ¡A los de abajo! Fuera privilegios, fuera la nobleza. Tenemos una oportunidad de oro para plantar una semilla aquí, y marcar el camino al resto. ¡La Revolución del Agua!
»Y eso, eso sí sería una verdadera amenaza para las Villas y para sus putos daimyōs. Porque entonces, ah —chasqueó los dedos—, se desvanecería el truco, ¿veis? La gran farsa sería revelada, y la gente empezaría a preguntarse cosas. ¿No se suponía que los daimyōs eran seres casi divinos? ¿Qué su sangre no era como la nuestra? Y miradlos ahí, bajo la puta guillotina, ¡si hasta se cagan y mean como nosotros! ¿Por qué pagar impuestos hasta por respirar el aire que dicen ser suyo? ¿Por qué agachar la cabeza hasta enterrarla en el barro solo para no ofenderles? ¿Por qué partirme la espalda cada día para darle la mitad de mi cosecha a un tipo que lo más productivo que hizo en su puta vida fue nacer en la familia adecuada? —Sonrió—. Y, entonces, antes de lo que creéis, nuestra revolución inspirará a otros muchos pueblos. A muchas otras culturas. Y las cabezas empezarán a rodar.
Apoyó ambas manos en la mesa y se levantó.
—Ryūtōs. Camaradas. Vosotros queréis cambiar un país, y lo entiendo. Sería un gran paso para Sekiryū. Pero lo que yo quiero, lo que yo propongo...
»... es cambiar Oonindo.
—¿Un engranaje más a la máquina? Pero… ¿De qué hablas, blothel?
Quizá, en otras circunstancias, sus palabras enigmáticas hubiesen despertado interés y curiosidad en el resto. Pero la manera tan poco carismática que tenía de expresarse… ¡Demonios! ¡Era como oír a un crío metiéndose en una conversación de adultos! Lo único en que pensabas era en que se callase de una vez para poder retomar la conversación de verdad.
Cosa que Kaido hizo. Con argumentos más favorables al pensamiento de la mayoría de Ryūtōs, cabe decir.
—Kaido lleva razón —intervino Ryū, por primera vez—. Quería a Umigarasu muerto… pero esta es una oportunidad que no podemos desaprovechar.
—Resurgir Kirigakure… Ser al fin un país independiente… Eso es lo que buscábamos desde el principio. —La Anciana lo tenía claro.
Zaide bufó. Se inclinó hacia atrás y señaló el tatuaje que llevaba en el cuello.
—¿Ven esto? ¿Creéis que me lo puse por moda? —El tatuaje era el dibujo de una bandana sin símbolo, rasgada—. He sido un hijo de puta toda mi vida, pero lo he sido con mis propias reglas, sin escudarme en las órdenes de nadie. ¡Qué somos criminales, joder! —exclamó, y lo decía no como algo de lo que avergonzarse, sino con orgullo—. Robamos, secuestramos, matamos… Como cualquier otro ninja, pero nosotros lo hacemos por algo. ¡Por nuestros propios putos motivos!
»¿Qué vamos a cambiar con una Villa, huh? ¿Qué mierda de status quo piensas que vamos a romper, Kaido? ¿Solo aceptar a ninjas de pura sangre, como planeaba Shaneji? —resopló, conteniendo una carcajada—. ¿Mirar el árbol genealógico de cada incorporación? ¿O mostrándonos como los más duros del barrio? ¿Es esa tu idea? Venga, ¡no me jodáis! ¡Solo estaríamos añadiendo otra pieza al tablero!
Venía a decir un poco lo mismo que Akame, solo que cada palabra suya exigía ser escuchada. No había ciencia que explicase la diferencia. Al fin y al cabo, eran solo palabras. Pero la forma que tenía Zaide de sonreír, de alzar una ceja, de bufar, de entonar cada sílaba, era lo que le distinguía. Podías estar de acuerdo o no con él, hasta odiarle, pero nadie podía negar que el Uchiha tenía un magnetismo palpable, visible incluso si uno era lo suficientemente perceptivo. No ya al verle a él, sino por cómo los que le rodeaban cambiaban. Cambiaban su postura; se inclinaban hacia él para escucharle mejor; se mordían el labio…; o simplemente endurecían todo su cuerpo, como si tratasen de ir contra corriente y no verse arrastrados por su voz.
Carisma 100
—¿No os dais cuenta? ¡Esta es una oportunidad única para romper el tablero! ¿Repartir nosotros las cartas? No. Lo que nosotros podemos hacer, ¡es cambiar el juego! —Pero, ¿es que no lo veían? ¿Qué cambiaría una Villa más o menos? Oonindo ya había tenido cinco. Ahora tres. ¿Qué más daba si se quedaba en cuatro? ¿Acaso eso cambiaría algo? ¿Acaso algo había cambiado desde entonces?—. Matemos a Umigarasu, que Kyūtsuki se haga pasar por él por unos meses para prepararlo todo… y hagamos una auténtica revolución.
Miró a todos y cada uno de los presentes a los ojos, uno a uno.
—¿Qué me decís, huh? Lo que yo digo es que decapitemos el puto feudalismo. Lo que yo digo es cambiar el sistema. Démosle el poder a quien pertenece, ¡al pueblo! ¡A los de abajo! Fuera privilegios, fuera la nobleza. Tenemos una oportunidad de oro para plantar una semilla aquí, y marcar el camino al resto. ¡La Revolución del Agua!
»Y eso, eso sí sería una verdadera amenaza para las Villas y para sus putos daimyōs. Porque entonces, ah —chasqueó los dedos—, se desvanecería el truco, ¿veis? La gran farsa sería revelada, y la gente empezaría a preguntarse cosas. ¿No se suponía que los daimyōs eran seres casi divinos? ¿Qué su sangre no era como la nuestra? Y miradlos ahí, bajo la puta guillotina, ¡si hasta se cagan y mean como nosotros! ¿Por qué pagar impuestos hasta por respirar el aire que dicen ser suyo? ¿Por qué agachar la cabeza hasta enterrarla en el barro solo para no ofenderles? ¿Por qué partirme la espalda cada día para darle la mitad de mi cosecha a un tipo que lo más productivo que hizo en su puta vida fue nacer en la familia adecuada? —Sonrió—. Y, entonces, antes de lo que creéis, nuestra revolución inspirará a otros muchos pueblos. A muchas otras culturas. Y las cabezas empezarán a rodar.
Apoyó ambas manos en la mesa y se levantó.
—Ryūtōs. Camaradas. Vosotros queréis cambiar un país, y lo entiendo. Sería un gran paso para Sekiryū. Pero lo que yo quiero, lo que yo propongo...
»... es cambiar Oonindo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado