4/10/2019, 17:02
Por un momento pensó que se había vuelto totalmente loco, pero pronto reconoció que era una broma y se sonrió como pudo. Claramente no era su mejor sonrisa porque la situación le había parecido tensa y porque, aunque fuera sincera, cualquier sonrisa en aquel amejin parecía forzada.
-De momento te estás ganando mi respeto, no tendría ninguna razón para traicionar a alguien como tú -Dijo secamente mirándole a los ojos -Detrás de cada broma siempre hay un temor, preocupación o complejo interno, y sospecho que lo tuyo es más bien cierto miedo a que te traicione, por eso lo aclaro -Añadió mientras asentía con la cabeza y le dedicaba una sonrisa, de las suyas, pero una sonrisa.
Resolvió que no quería hablar más del tema de su ojo, así que simplemente cerró la boca y no volvió a pronunciar palabra en toda la noche. Se quedaría despierto, al menos por un rato grande ya que su insomnio le estaba zarandeando la cabeza y le era imposible conciliar el sueño aunque estuviese completamente agotado. De verdad quería descansar, ya que su mapache estaba despierto y sabía que, aunque ellos dos se durmieran, el animal les avisaría. Al fin y al cabo, cuando amaneciera lo mandaría de vuelta a su mundo después de agradecerle su ayuda con algo de comida.
Al cabo de apenas una hora, si nada extraño ocurría, los ojos de Kisame se comenzarían a cerrar hasta que su compañero le despertara para la siguiente guardia. Se dormiría abrazando sus pertenencias y comida, arropado por el calor de la técnica de Karasu que aún seguía haciendo su trabajo.
-De momento te estás ganando mi respeto, no tendría ninguna razón para traicionar a alguien como tú -Dijo secamente mirándole a los ojos -Detrás de cada broma siempre hay un temor, preocupación o complejo interno, y sospecho que lo tuyo es más bien cierto miedo a que te traicione, por eso lo aclaro -Añadió mientras asentía con la cabeza y le dedicaba una sonrisa, de las suyas, pero una sonrisa.
Resolvió que no quería hablar más del tema de su ojo, así que simplemente cerró la boca y no volvió a pronunciar palabra en toda la noche. Se quedaría despierto, al menos por un rato grande ya que su insomnio le estaba zarandeando la cabeza y le era imposible conciliar el sueño aunque estuviese completamente agotado. De verdad quería descansar, ya que su mapache estaba despierto y sabía que, aunque ellos dos se durmieran, el animal les avisaría. Al fin y al cabo, cuando amaneciera lo mandaría de vuelta a su mundo después de agradecerle su ayuda con algo de comida.
Al cabo de apenas una hora, si nada extraño ocurría, los ojos de Kisame se comenzarían a cerrar hasta que su compañero le despertara para la siguiente guardia. Se dormiría abrazando sus pertenencias y comida, arropado por el calor de la técnica de Karasu que aún seguía haciendo su trabajo.