5/10/2019, 16:04
Pim, pam, pum. Con la facilidad con que Zaide podía desmontar los argumentos de cualquiera allí, parecía claro que se iba a llevar el gato al agua. Sin embargo, la cuestión seguía siendo demasiado compleja como para que pudiera resolverse de la forma en la que proponía el viejo de los Uchiha. Apurando su segundo cigarrillo, Akame prefirió guardar silencio; dos ya habían mostrado interés por su plan y, aunque era cierto lo que Zaide premonizaba —que las Tres Grandes Aldeas podían declararles la guerra si les tocaban demasiado las narices—, ¿no sería eso lo mismo que con su plan?
—La única diferencia es que si intentan jodernos como criminales, tendrán toda la legitimidad para ello. Si nos atacan como Aldea, atacan al País del Agua. No se trataría de aplicar simple y llana ley, de apresar a los malos del cuentito, sino de llevar sangre y fuego a las tierras de una nación ajena. ¿Se atreverán a eso, cuando hayamos disminuido sus flujos de ingresos, su potencia militar, su prestigio?
Ryu pedía votar, y la Anciana parecía impaciente. Akame auguraba el resultado de aquella primera ronda; así que sin más dilación, apuró su segundo cigarrillo y lo apagó de idéntica manera al primero —frotando la colilla contra la cabeza de dragón tallada frente a él— para luego arrojarlo al suelo. Sólo entonces habló, sin dirigir su mirada a nadie en concreto.
—A favor.
—La única diferencia es que si intentan jodernos como criminales, tendrán toda la legitimidad para ello. Si nos atacan como Aldea, atacan al País del Agua. No se trataría de aplicar simple y llana ley, de apresar a los malos del cuentito, sino de llevar sangre y fuego a las tierras de una nación ajena. ¿Se atreverán a eso, cuando hayamos disminuido sus flujos de ingresos, su potencia militar, su prestigio?
Ryu pedía votar, y la Anciana parecía impaciente. Akame auguraba el resultado de aquella primera ronda; así que sin más dilación, apuró su segundo cigarrillo y lo apagó de idéntica manera al primero —frotando la colilla contra la cabeza de dragón tallada frente a él— para luego arrojarlo al suelo. Sólo entonces habló, sin dirigir su mirada a nadie en concreto.
—A favor.