6/10/2019, 15:36
(Última modificación: 6/10/2019, 15:40 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Uchiha Zaide clavó el Sharingan en los ojos de Ryū, y aguardó, y aguardó, y aguardó…
Umikiba Kaido acababa de demandar la atención del resto. Aunque, más concretamente, la de Kyūtsuki. Quería saber qué esperar de la negociación con el emisario.
—Supongo que primero querrá tantearnos. Darnos algunas cifras —desvió la mirada hacia Money—. Estaría bien que estuvieses presente. —Money asintió, dando por hecho que lo iba a estar—. No creo que nos diga lo de Kirigakure de primeras, sin embargo. Eso supongo que se lo reservarán para negociaciones más… avanzadas. Ni falta hace decir que actuéis como si no supieseis nada para no dejarme vendida, ¿verdad?
—No hace falta, no —aseveró Ryū—. ¿Cuándo llegará?
—Un par de semanas. Tres, depende qué tan rápido sepa moverse por aquí y contactar con un enlace nuestro. —Sabiéndolo previamente, podían facilitarle las cosas. Pero si se pasaban de la raya sería sospechoso.
—Hmm. Money, tú te encargarás de hablar con él. Recibirlo todos mandaría un mal mensaje. Le estaríamos dando una importancia que no sabemos que tiene, y nos mostraríamos débiles.
Akame todavía no conocía en profundidad la personalidad de Ryū, pero Kaido sí. Si Shaneji había sido un neurótico de la casta; Ryū lo era igualmente de las apariencias. En su opinión, Akame y Suneate Tzumaru podían meterse esas “tácticas” maravillosas de mostrarse débiles por el culo. Bien hasta adentro. Porque Dragón Rojo era fuerte, temido e inmortal. Siempre gobernado por ocho cabezas, siempre escupiendo fuego a sus enemigos. Cualquier otra cosa era un insulto, un despropósito y una vergüenza.
—Bien, cerremos este tema por el momento —intervino la Anciana—. Hablemos de las Trillizas de la Tormenta. Nos colaron a una espía en un barco para robarnos el cargamento de omoide. Hay que ocuparse de ellas —desvió la mirada hacia el menor de los Uchiha—. Akame, me comentaste que tenías una idea al respecto.
¡Plaff!
Umikiba Kaido acababa de demandar la atención del resto. Aunque, más concretamente, la de Kyūtsuki. Quería saber qué esperar de la negociación con el emisario.
—Supongo que primero querrá tantearnos. Darnos algunas cifras —desvió la mirada hacia Money—. Estaría bien que estuvieses presente. —Money asintió, dando por hecho que lo iba a estar—. No creo que nos diga lo de Kirigakure de primeras, sin embargo. Eso supongo que se lo reservarán para negociaciones más… avanzadas. Ni falta hace decir que actuéis como si no supieseis nada para no dejarme vendida, ¿verdad?
—No hace falta, no —aseveró Ryū—. ¿Cuándo llegará?
—Un par de semanas. Tres, depende qué tan rápido sepa moverse por aquí y contactar con un enlace nuestro. —Sabiéndolo previamente, podían facilitarle las cosas. Pero si se pasaban de la raya sería sospechoso.
—Hmm. Money, tú te encargarás de hablar con él. Recibirlo todos mandaría un mal mensaje. Le estaríamos dando una importancia que no sabemos que tiene, y nos mostraríamos débiles.
Akame todavía no conocía en profundidad la personalidad de Ryū, pero Kaido sí. Si Shaneji había sido un neurótico de la casta; Ryū lo era igualmente de las apariencias. En su opinión, Akame y Suneate Tzumaru podían meterse esas “tácticas” maravillosas de mostrarse débiles por el culo. Bien hasta adentro. Porque Dragón Rojo era fuerte, temido e inmortal. Siempre gobernado por ocho cabezas, siempre escupiendo fuego a sus enemigos. Cualquier otra cosa era un insulto, un despropósito y una vergüenza.
—Bien, cerremos este tema por el momento —intervino la Anciana—. Hablemos de las Trillizas de la Tormenta. Nos colaron a una espía en un barco para robarnos el cargamento de omoide. Hay que ocuparse de ellas —desvió la mirada hacia el menor de los Uchiha—. Akame, me comentaste que tenías una idea al respecto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado