7/10/2019, 12:37
Akame escuchó con atención la conversación entre aquella figura espectral cuya voz le provocaba escalofríos y Ryu. Aceptado el trato, ahora quedaba saber cómo de bienparados saldrían los dragones de esa —Akame esperaba que lo suficiente como para poder darse una ducha en condiciones—, y, sobretodo... Se moría de curiosidad acerca de los detalles de cómo iban a sacar una Villa Oculta al completo del fondo del agua.
Sea como fuere, la conversación pasó al siguiente punto del orden del día: las infames Trillizas de la Tormenta. Cuando fue interpelado al respecto por la Anciana, Akame se aclaró la garganta y se recostó en su asiento, tomándose un tiempo para sacar otro cigarrillo y mesarlo con ambas manos, como si fuese la primera vez que tenía un tabaco entre sus dedos. Sin llegar a ponérselo en la boca ni encenderlo, comenzó su planteamiento mientras intercalaba miradas entre los demás Ryutō.
—Como ha dicho la Anciana, las Trillizas infiltraron a una espía haciendo las veces de prostituta personal de Shaneji para que fuera dejándoles un rastro a bordo del Baratie. Pretendían abordar el barco en alta mar, cuando ya se encontrara lejos de la costa —explicó el Uchiha—. Después de descubrir esto, mandé a un par de hombres a que les dejaran un sendero de migas de pan, solo que éste no iba a llevarlas a la puta Casita de Chocolate... Sino a las costas del Remolino.
Akame soltó una risilla muy amarga y cargada de rencor, aunque probablemente sólo él encontrara gracioso el chiste.
—Shikari, la espía en cuestión, se encuentra bajo custodia de nuestro querido Money, en estos momentos —prosiguió, mirando al contable—. Está dispuesta a colaborar con nosotros, claro, por lo que tenemos una ventaja crucial contra las Trillizas que hay que aprovechar, y rapidito. Seguramente esas perruquias ya estén al tanto de que se les jodió la jugada, pero en cuanto a los detalles, sólo pueden especular... El plan es simple. Usar a Shikari como una zanahoria atada a un palo, menearla enfrente de sus caras para sacarlas del agujero en el que se estén escondiendo y entonces...
¡Bam!
Akame dejó que el silencio completara su frase. A buen entendedor, pocas palabras bastaban.
Sea como fuere, la conversación pasó al siguiente punto del orden del día: las infames Trillizas de la Tormenta. Cuando fue interpelado al respecto por la Anciana, Akame se aclaró la garganta y se recostó en su asiento, tomándose un tiempo para sacar otro cigarrillo y mesarlo con ambas manos, como si fuese la primera vez que tenía un tabaco entre sus dedos. Sin llegar a ponérselo en la boca ni encenderlo, comenzó su planteamiento mientras intercalaba miradas entre los demás Ryutō.
—Como ha dicho la Anciana, las Trillizas infiltraron a una espía haciendo las veces de prostituta personal de Shaneji para que fuera dejándoles un rastro a bordo del Baratie. Pretendían abordar el barco en alta mar, cuando ya se encontrara lejos de la costa —explicó el Uchiha—. Después de descubrir esto, mandé a un par de hombres a que les dejaran un sendero de migas de pan, solo que éste no iba a llevarlas a la puta Casita de Chocolate... Sino a las costas del Remolino.
Akame soltó una risilla muy amarga y cargada de rencor, aunque probablemente sólo él encontrara gracioso el chiste.
—Shikari, la espía en cuestión, se encuentra bajo custodia de nuestro querido Money, en estos momentos —prosiguió, mirando al contable—. Está dispuesta a colaborar con nosotros, claro, por lo que tenemos una ventaja crucial contra las Trillizas que hay que aprovechar, y rapidito. Seguramente esas perruquias ya estén al tanto de que se les jodió la jugada, pero en cuanto a los detalles, sólo pueden especular... El plan es simple. Usar a Shikari como una zanahoria atada a un palo, menearla enfrente de sus caras para sacarlas del agujero en el que se estén escondiendo y entonces...
¡Bam!
Akame dejó que el silencio completara su frase. A buen entendedor, pocas palabras bastaban.