7/10/2019, 17:29
Kisame se desperezó rápidamente, limpiándose como pudo las legañas de los ojos y estirándose brevemente. Se levantó para asomarse a la entrada de la cueva, para mirar qué había fuera. Era un alba bonita y nítida. Su ropa estaba seca y estaba bastante menos cansado que el día anterior, parecía un buen momento para proseguir. Desconvocó a su mapache y volvió junto a su compañero, para sentarse cerca de él y hacer un escueto desayuno de carne ahumada, bastante seca a decir verdad. Eran proteínas y calorías al fin y al cabo. No era alguien de comer mucho, por lo que tardó poco en desayunar y, una vez empezó a ser persona, habló en voz alta.
-Es una pena no haberme traído una bolsita de té, es algo que hecho de menos de casa -Dijo con un gesto un tanto melancólico pero en absoluto triste, simplemente de añoranza.
Una vez dicho eso, se levantó y comenzó a observar el destrozo que había hecho en la tierra anoche durante el enfrentamiento con aquella criatura. No le gustaba romper el hábitat de los animales salvajes de esa manera, pero era eso o la vida del propio animal. Al menos no conocía técnicas de fuego o eléctricas, eso hubiera sido mucho más dañino para el animal que unas simples cortadas y un golpe de caída, era algo a lo que seguramente estuviera acostumbrado, ya que era un oso y vivía en las montañas, en una cueva dentro de un desfiladero.
-A veces me gustaría poder comunicarme con los animales... A tí no? -Comentó Kisame mientras su compañero terminaba su desayuno.
-Es una pena no haberme traído una bolsita de té, es algo que hecho de menos de casa -Dijo con un gesto un tanto melancólico pero en absoluto triste, simplemente de añoranza.
Una vez dicho eso, se levantó y comenzó a observar el destrozo que había hecho en la tierra anoche durante el enfrentamiento con aquella criatura. No le gustaba romper el hábitat de los animales salvajes de esa manera, pero era eso o la vida del propio animal. Al menos no conocía técnicas de fuego o eléctricas, eso hubiera sido mucho más dañino para el animal que unas simples cortadas y un golpe de caída, era algo a lo que seguramente estuviera acostumbrado, ya que era un oso y vivía en las montañas, en una cueva dentro de un desfiladero.
-A veces me gustaría poder comunicarme con los animales... A tí no? -Comentó Kisame mientras su compañero terminaba su desayuno.