La Gran Reunión

[Uchiha Datsue]

Ryū negó con la cabeza.

—No es posible —rebatió con contundencia—. Shikari osó jugársela a Dragón Rojo, y eso no puede quedar impune. Para la gente de ahí afuera, nosotros somos como dioses. ¿Qué tipo de dioses se dejan insultar sin imponer un castigo? Si la gente cree que puede jodernos sin sufrir las consecuencias, nos perderán el respeto.

Zaide no pudo evitar reírse ante semejante comentario.

—Dioses, ¿huh? —desvió brevemente la mirada hacia Akame, como queriendo decirle: ¿era esta la revolución que planeabas, con gente que se consideran dioses gobernando Kiri?—. Lo que dices no tiene ningún tipo de sentido, Ryū. Casi todos los que estamos aquí ya jodimos a Dragón Rojo. Es el requisito para entrar, ¿recuerdas?

—Para ser un Ryūtō, sí. Pero la gente tiene muy claro el precio: cortarle la cabeza a un Dragón solo puede acabar en muerte o ocupando su lugar. Conocen el riesgo, conocen las consecuencias. Pero si ahora se piensan que pueden robarnos y simplemente trabajar para nosotros como castigo, mañana tendremos a media docena de mafias de medio pelo tratando de hacerse con nuestro omoide.

»Mostrarse débil te hace débil.