10/10/2019, 03:05
Ante la sorna de Akame respecto a, probablemente, el tema más sensible que podría alguien sacarle a Kaido en este momento; el escualo no hizo más que sonreír. Esa, por lo general, esa su mejor defensa. Luego estaba el Suika, que en ese instante no le servía para una puta mierda.
—Ahhh... eso te gustaría, sí —dijo, mientras emulaba el gesto inequívoco que había usado el mismo Ryū cuando quiso resolver las cosas con Zaide; poniendo su arma a plena disposición para resolver sus rencillas ahí mismo, como los hombres. Sin traiciones, ni trucos baratos. Ni tretas o kage bunshin vestidos de prostitutas cargando sellos explosivos. Hasta en eso se parecían, ellos dos—. ¿nos animamos, entonces?
Fácil. Cuando se acababan las palabras, la única opción era recurrir a la violencia. Quizás era la estrategia de los brutos como él, pero Akame seguro que era más inteligente que eso. Más metódico. Más profesional, o al menos lo poco que le quedaba de ello. Porque lo cierto es que mientras más siguiera hurgando en aquella herida, la hermandad sellada entre Suzaku y Marrajo en aquella mugrienta calle de Tanzaku Gai se debilitaba a cuentagotas. Al menos hasta que Kaido pudiera asimilar aquella traición, o entendiera los verdaderos motivos de Akame, los cuales aún desconocía.
—Ahhh... eso te gustaría, sí —dijo, mientras emulaba el gesto inequívoco que había usado el mismo Ryū cuando quiso resolver las cosas con Zaide; poniendo su arma a plena disposición para resolver sus rencillas ahí mismo, como los hombres. Sin traiciones, ni trucos baratos. Ni tretas o kage bunshin vestidos de prostitutas cargando sellos explosivos. Hasta en eso se parecían, ellos dos—. ¿nos animamos, entonces?
Fácil. Cuando se acababan las palabras, la única opción era recurrir a la violencia. Quizás era la estrategia de los brutos como él, pero Akame seguro que era más inteligente que eso. Más metódico. Más profesional, o al menos lo poco que le quedaba de ello. Porque lo cierto es que mientras más siguiera hurgando en aquella herida, la hermandad sellada entre Suzaku y Marrajo en aquella mugrienta calle de Tanzaku Gai se debilitaba a cuentagotas. Al menos hasta que Kaido pudiera asimilar aquella traición, o entendiera los verdaderos motivos de Akame, los cuales aún desconocía.