11/10/2019, 17:52
(Última modificación: 11/10/2019, 18:02 por Uchiha Datsue. Editado 2 veces en total.)
Zaide tiró del cuello de la camisa para que le entrase algo de aire. Akame votaba a su favor. Eso quería decir que, por números, ya no podía perder. En el peor de los casos, se produciría un empate. «¿Qué cojones pasa si se empata?» Una duda que pronto resolvería.
Porque Kaido, oh, aquel hijo de puta se regodeó bien. Dándole esperanzas primero, poniéndole la miel en los labios mientras sutilmente preparaba la guillotina desde arriba. Tuvo que haberlo visto venir. Aquel bastardo se veía un tipo rencoroso. Quería desquitarse por dejarle en evidencia en la prisión. ¿Qué era por darle una oportunidad? ¡Y una mierda! Pero, ¿qué se suponía que tenía que haber hecho, huh? ¿Dejarse rajar el cuello para dejarle contento? Él le había avisado. ¡Le había avisado que el combate acabaría muy mal para ellos si lo empezaban!
Pero ni con esas. Kaido votó en su contra, y esbozó esa estúpida sonrisa que pedía a gritos que se la reventasen a golpes.
—¿Qué quieres decir, Kaido? ¿Qué se hace en los empates? —dijo, con la voz demasiado agitada y alarmada. Trató de serenarse. Debía seguir manteniendo las apariencias. De que él era un bastardo tan grande como ellos, y que no le temía a nada ni nadie.
—Pasa, helmano, que Ryū gana —se adelantó Money a Kaido—. Lo que él haya votado, vaya.
—No confundas a los novatos, Money —le reprendió la Anciana—. Cuando se produce un empate, lo resolvemos a la vieja usanza: el dragón con mayor voluntad impone su voto. Así logramos mantener la pureza del más fuerte. Lo llamamos Kaji Saiban.
—Traducción: os liais a piñas y se hace lo que digan los vencedores.
—Y, pues, lo que yo decía: Ryū gana. Nunca en la vida peldió un combate, y de hecho hace años que ningún empate tlae sangle. Polque todos sabemos el resultado.
—Bueno, Shaneji aceptó el reto una vez.
—¡Oh, sí! ¡Qué cabeza la mía, y yo lo plesencié! ¡Aquello fue glorioso, mami! —Por su cara, todos supieron que no exageraba—. Shaneji, Cuatlo y Hayai contla Ryū. Al mismo tiempo. ¡No dulalón ni lo que yo en mi plimel polvo, ¿viste?!
—Sí que tuvo que ser corto entonces —rio Otohime. Zaide le hubiese reído la gracia, pero tenía demasiadas preocupaciones en aquel momento—. A ver, el funcionamiento es simple. Puede presentarse al combate tantos Cabezas de Dragón como quieran. Todos aquellos que les importe tanto lo decidido como para meterse en algo así, vaya. Como dice Money, normalmente nadie del bando contrario a Ryū se presenta. Y, si pasa, suelen ser uno o dos —Se mordió el labio inferior—. Lo siento, pero no sé luchar. Conmigo no cuentes.
—¿Va a haber combate? —quiso saber Ryū.
El holograma de la Anciana tocó dos veces con los nudillos la cabeza de dragón que tenía dibujado en la mesa. Kyūtsuki igual. Otohime lo mismo, haciéndolos sonar contra la madera. Kaido y Akame interpretaron que eso significaba pasar del combate.
Zaide dio un puñetazo sobre el suyo.
—Claro que va a haberlo.
¿Y Kaido? ¿Y Akame? ¿Y Money? Los tres se estaban haciendo esperar.
Porque Kaido, oh, aquel hijo de puta se regodeó bien. Dándole esperanzas primero, poniéndole la miel en los labios mientras sutilmente preparaba la guillotina desde arriba. Tuvo que haberlo visto venir. Aquel bastardo se veía un tipo rencoroso. Quería desquitarse por dejarle en evidencia en la prisión. ¿Qué era por darle una oportunidad? ¡Y una mierda! Pero, ¿qué se suponía que tenía que haber hecho, huh? ¿Dejarse rajar el cuello para dejarle contento? Él le había avisado. ¡Le había avisado que el combate acabaría muy mal para ellos si lo empezaban!
Pero ni con esas. Kaido votó en su contra, y esbozó esa estúpida sonrisa que pedía a gritos que se la reventasen a golpes.
—¿Qué quieres decir, Kaido? ¿Qué se hace en los empates? —dijo, con la voz demasiado agitada y alarmada. Trató de serenarse. Debía seguir manteniendo las apariencias. De que él era un bastardo tan grande como ellos, y que no le temía a nada ni nadie.
—Pasa, helmano, que Ryū gana —se adelantó Money a Kaido—. Lo que él haya votado, vaya.
—No confundas a los novatos, Money —le reprendió la Anciana—. Cuando se produce un empate, lo resolvemos a la vieja usanza: el dragón con mayor voluntad impone su voto. Así logramos mantener la pureza del más fuerte. Lo llamamos Kaji Saiban.
—Traducción: os liais a piñas y se hace lo que digan los vencedores.
—Y, pues, lo que yo decía: Ryū gana. Nunca en la vida peldió un combate, y de hecho hace años que ningún empate tlae sangle. Polque todos sabemos el resultado.
—Bueno, Shaneji aceptó el reto una vez.
—¡Oh, sí! ¡Qué cabeza la mía, y yo lo plesencié! ¡Aquello fue glorioso, mami! —Por su cara, todos supieron que no exageraba—. Shaneji, Cuatlo y Hayai contla Ryū. Al mismo tiempo. ¡No dulalón ni lo que yo en mi plimel polvo, ¿viste?!
—Sí que tuvo que ser corto entonces —rio Otohime. Zaide le hubiese reído la gracia, pero tenía demasiadas preocupaciones en aquel momento—. A ver, el funcionamiento es simple. Puede presentarse al combate tantos Cabezas de Dragón como quieran. Todos aquellos que les importe tanto lo decidido como para meterse en algo así, vaya. Como dice Money, normalmente nadie del bando contrario a Ryū se presenta. Y, si pasa, suelen ser uno o dos —Se mordió el labio inferior—. Lo siento, pero no sé luchar. Conmigo no cuentes.
—¿Va a haber combate? —quiso saber Ryū.
El holograma de la Anciana tocó dos veces con los nudillos la cabeza de dragón que tenía dibujado en la mesa. Kyūtsuki igual. Otohime lo mismo, haciéndolos sonar contra la madera. Kaido y Akame interpretaron que eso significaba pasar del combate.
Zaide dio un puñetazo sobre el suyo.
—Claro que va a haberlo.
¿Y Kaido? ¿Y Akame? ¿Y Money? Los tres se estaban haciendo esperar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado