11/10/2019, 22:52
—Sasaki Reiji y quizás ahora no, pero cuando mi padre se jubile y yo herede la forja, mi nombre será conocido en todo Oonido. Seré un buen espadachín quizás, pero seguro que me convertiré en un herrero legendario.
El Hachibi dejó escapar una risotada gutural. Casi se parecía a la de Katsudon, pero claro, mucho más grave.
—¡Ja! Tienes agallas. Cuando te conviertas en ese herrero, te encargaré una espada. Una espada gigantesca, digna de mi tamaño. Veremos si estás a la altura, pequeño amigo espadachín.
—¿Has dicho que necesitas encontrar al compañero adecuado? —Dije mirándolo a él, luego a Yuuna y luego a él de nuevo. —¿No sería ella perfecta? Es fuerte, seguramente será más que su padre, y encima, podrías honrar su memoria protegiéndola, es un dos por uno.
Gyūki miró a Yuuna, meditativo. La joven apartó la mirada, y suspiró.
—Yo...
—A veces no es cuestión de fuerza, ni de sangre, ni de honrar memorias. Aunque no dudo que es una buena persona, igual que tú, e igual que vuestro amigo el grandullón probablemente —a Katsudon le ofendió visiblemente ese probablemente. Le dio la espalda a Gyūki y se cruzó de brazos—, encontrar al compañero adecuado es una elección... bien hecha. Ya que tengo la libertad que mis hermanos no tuvieron, permíteme tomarme mi tiempo. Y si en el futuro lo reconsidero, tal vez os haga una visita. A alguno de los tres. —Katsudon tembló con cierto nerviosismo. Para él, la simple idea de volver a ver a aquél bicho de cerca debía de ser aterradora—. No obstante, Sasaki Reiji, tengo un regalo especial para ti, aunque conlleva una pequeña carga sobre tus hombros. —Gyūki extendió una mano gigantesca, que hasta ahora había tenido sumergida bajo el agua. Era una mano grande y casi humana. Cerró el puño y lo colocó a apenas medio metro del herrero—. Chócala.
»Te daré un poco de mi chakra. No lo suficiente como para que lo detecten mis Hermanos si tú no lo manifiestas, lo que te mantendrá a salvo de Kurama. Sí lo suficiente para que tu testimonio adquiera credibilidad. Te escucharán.
El Hachibi dejó escapar una risotada gutural. Casi se parecía a la de Katsudon, pero claro, mucho más grave.
—¡Ja! Tienes agallas. Cuando te conviertas en ese herrero, te encargaré una espada. Una espada gigantesca, digna de mi tamaño. Veremos si estás a la altura, pequeño amigo espadachín.
—¿Has dicho que necesitas encontrar al compañero adecuado? —Dije mirándolo a él, luego a Yuuna y luego a él de nuevo. —¿No sería ella perfecta? Es fuerte, seguramente será más que su padre, y encima, podrías honrar su memoria protegiéndola, es un dos por uno.
Gyūki miró a Yuuna, meditativo. La joven apartó la mirada, y suspiró.
—Yo...
—A veces no es cuestión de fuerza, ni de sangre, ni de honrar memorias. Aunque no dudo que es una buena persona, igual que tú, e igual que vuestro amigo el grandullón probablemente —a Katsudon le ofendió visiblemente ese probablemente. Le dio la espalda a Gyūki y se cruzó de brazos—, encontrar al compañero adecuado es una elección... bien hecha. Ya que tengo la libertad que mis hermanos no tuvieron, permíteme tomarme mi tiempo. Y si en el futuro lo reconsidero, tal vez os haga una visita. A alguno de los tres. —Katsudon tembló con cierto nerviosismo. Para él, la simple idea de volver a ver a aquél bicho de cerca debía de ser aterradora—. No obstante, Sasaki Reiji, tengo un regalo especial para ti, aunque conlleva una pequeña carga sobre tus hombros. —Gyūki extendió una mano gigantesca, que hasta ahora había tenido sumergida bajo el agua. Era una mano grande y casi humana. Cerró el puño y lo colocó a apenas medio metro del herrero—. Chócala.
»Te daré un poco de mi chakra. No lo suficiente como para que lo detecten mis Hermanos si tú no lo manifiestas, lo que te mantendrá a salvo de Kurama. Sí lo suficiente para que tu testimonio adquiera credibilidad. Te escucharán.
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es