14/10/2019, 17:52
(Última modificación: 14/10/2019, 17:53 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Dos días después de La Gran Reunión...
Era la primera hora de la mañana, y Otohime ya estaba en pie, esperando en el Gran Salón de Ryūgū-jō a cierta persona. Cierta persona que, con la puntualidad de un buen reloj, apareció entre las estalagmitas y estalactitas.
—¡Money! ¿Me trajiste eso que te pedí?
—Ah, ¿ni un buenos días? —se quejó, sonriente—. Si, sistel, sí le tlaje. No fue nada fácil de conseguil, eso se lo tengo que decil. Tuve que acudil al melcado neglo. Al malo, malo, sistel.
Money le entregó un paquete envuelto en papel, y Otohime sintió que se le desbordaba el corazón.
—¡¡¡SUUUGOOOOOIII!!!
Sus manos rompieron el papel de regalo en largas tiras que iba tirando al suelo. Era…
Era…
¡Era…!
Era un disco de acetato en el interior de una caja de madera, Edición Coleccionista del año 84, que contenía la mejor música de la época. En opinión de Otohime, claro. Y que se preparase cualquiera que osase contradecirla en aquel tema, porque ni todas las murallas del mundo le servirían para protegerse de su furia.
—El original, mami. El original y auténtico. —No le dio tiempo a decir mucho más. Fue arrastrado por Otohime hasta su habitación, deteniéndose por el camino, eso sí, en los aposentos de cada Ryūtō, a los que Otohime llamaba con urgencia apaleando la puerta. Ryū declinó la invitación amablemente. Bueno, para ser más precisos, con un gruñido—. ¡Akame! ¡Kaido! ¡Mirad esto! ¡Mirad esto!
Seguramente la habitación de Otohime fuese la más bonita de todas. La gran cama circular estaba rodeada por una alfombra escarlata, y el techo, oh, el techo estaba lleno de bombillitas y luces de neón diminutas, y cuando lo observabas tirado en la cama, parecías estar bajo el cielo de una noche estrellada.
Otohime abrió un tocadiscos y colocó el disco de acetato.
—Oh, deleitaros con la verdadera belleza. Arte. Esto es arte, camaradas. Y no la mierda prefabricada que se oye hoy en día.
Y, por un momento, Otohime fue feliz. Bailaba, bailaba al son de la música, una clásica, perfecta para el vals. Saltó encima de la cama, y dio vueltas, y más vueltas y vueltas. De no ser una Ryūtō, quizá hubiese podido dedicarse al baile. No se le daba nada pero que nada mal.
—Esto es a la música lo que el fuuinjutsu al ninshuu —empezó a explicarles, sin dejar de bailar—. El ninjutsu, el katon, el fuuton… Sí, todo eso es muy bonito. Explosiones. Fuego. Guitarras eléctricas y graves tan profundos que hacen temblar el suelo. Mucho ruido, sí. Pero aquí está la pureza. Sin necesidad de artificios ni adornos. Solo el corazón… El corazón de la música.
Money carraspeó. Otohime había seguido por un buen rato explicando porqué aquella música clásica era tan maravillosa.
—Oye, Otohime —la interrumpió, con la esperanza de cambiar un poco de tema— Y, pues, ¿viste a Zaide, allá arrebujado en su mantita, sentado a pie del acantilado y con su águila al homblo?
—Ah... Sí —dijo, sin prestarle mucha atención—. Lleva allí desde ayer.
—¡Desde ayel! ¿¡Se ha pasado allí la noche y todo!? Y, pues, ¿qué se supone que hace? ¿Rezal a los dioses pol no moril contla Ryū?
—No tengo ni idea, pero eso no suena muy a él, ¿no crees? Si tuviese que apostar, diría que se está preparando.
—¿Cómo que preparando? ¡Si está allí sin hacel na’, con la mirada peldida en el mal!
—Quiero decir, mentalizando. Visualizando el combate, ¿sabes? Ay, no me molestes con tonterías ahora.
—Peldona, peldona. Y, pues sí, supongo será eso. Tú le conoces mejol que yo, después de todo —desvió la mirada hacia Akame y Kaido y bajó la voz hasta que no fue más que un susurro quedo:—. Dicen algunas lenguas que ella y él, en una noche de juelga…
Money procedió a realizar una serie de sugerentes e inequívocos gestos sin pudor alguno. Metía y sacaba el dedo de un círculo que formaba con la otra mano… Meneaba la cintura de forma grotesca… Y un par de cosas más de las que no merecen la pena entrar en detalles.
—¿Decías algo? —preguntó Otohime, totalmente ajena a los chivateos de Money—. Bueno, ¿qué? —miró a cada uno de los tres. Muy seria. Muy decidida—. ¿Quién se anima a bailar conmigo?
No pensaba aceptar un no por respuesta.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado