14/10/2019, 19:30
Kobayashi Koe se estremeció ante la pregunta de Kisame; parecía bastante claro que sabía exactamente cuál era la respuesta, pero ésta le producía tanta inquietud que no podía simplemente hablar de ello. Pese a todo, sus ojos no se apartaban de los ninjas ni parecía temer que en aquel momento le cayera un rayo del cielo, pues sus temores tenían una forma bastante más definida.
—Este demonio, este espíritu, bueno... Me amenaza. Me profiere amenazas continuamente, desea mi mal, me maldice con cada palabra. "Hija de mil putas", "conchuda, ojalá te mueras", "cementerio de canelones" —explicó, frotándose las manos nerviosamente, para luego añadir—. A veces se pone un tanto chabacano, eso es cierto. Pero temo el día en el que cumpla sus amenazas... ¡Por eso sigo pagando mi tributo!
»¿En un momento concreto del día?
La señora Kobayashi parecía genuinamente sorprendida por esa pregunta. Se rascó la barbilla, pensativa.
—Pues, eh, sí... Sí, lo cierto es que siempre elige las mismas horas para atormentarme: por la tarde y hasta la noche, hasta... Bueno, hasta antes de la hora de la cena.
—Este demonio, este espíritu, bueno... Me amenaza. Me profiere amenazas continuamente, desea mi mal, me maldice con cada palabra. "Hija de mil putas", "conchuda, ojalá te mueras", "cementerio de canelones" —explicó, frotándose las manos nerviosamente, para luego añadir—. A veces se pone un tanto chabacano, eso es cierto. Pero temo el día en el que cumpla sus amenazas... ¡Por eso sigo pagando mi tributo!
»¿En un momento concreto del día?
La señora Kobayashi parecía genuinamente sorprendida por esa pregunta. Se rascó la barbilla, pensativa.
—Pues, eh, sí... Sí, lo cierto es que siempre elige las mismas horas para atormentarme: por la tarde y hasta la noche, hasta... Bueno, hasta antes de la hora de la cena.