15/10/2019, 15:57
Akame se encogió de hombros, un tanto molesto; empezaba a tocarle los cojones aquella actitud que todos tenían en Ryugu-jō de que Ryu era invencible, casi inmortal. Un hombre al que nadie podía hacer frente. «Putos payasos, si supiérais que las Aldeas Ocultas están llenas de gente poderosa, se os caería la venda de los ojos», se revolvió en su fuero interno, y la implícita declaración de reconocimiento al poder de las Villas le escoció más que nada. Sobretodo, porque había sido involuntaria. «Estás en tu mejor momento, Uchiha Akame, te burlas de ti mismo...»
—¿Qué emoción hay en ver cómo nos matamos entre nosotros, en lugar de remar en la misma dirección? —replicó el exjōnin a las palabras de Money—. Cualquiera que sea el resultado de ese duelo, no nos va a beneficiar. ¿Arriesgarnos a perder a uno, o incluso a dos, de nuestros soldados más fuertes?
Sacudió la cabeza, resignado, y se recostó contra la pared junto a la entrada de la habitación.
—Como sea, no hay nadie invencible. Y creo que todos subestimáis el poder del Sharingan... —esbozó una sonrisa amarga—. Una vez vi a un Uchiha absorber una bijuudama con su ojo izquierdo.
—¿Qué emoción hay en ver cómo nos matamos entre nosotros, en lugar de remar en la misma dirección? —replicó el exjōnin a las palabras de Money—. Cualquiera que sea el resultado de ese duelo, no nos va a beneficiar. ¿Arriesgarnos a perder a uno, o incluso a dos, de nuestros soldados más fuertes?
Sacudió la cabeza, resignado, y se recostó contra la pared junto a la entrada de la habitación.
—Como sea, no hay nadie invencible. Y creo que todos subestimáis el poder del Sharingan... —esbozó una sonrisa amarga—. Una vez vi a un Uchiha absorber una bijuudama con su ojo izquierdo.