15/10/2019, 17:17
El Uchiha aguantó, estoico, las risotadas y burlas de aquellas dos personas ante la revelación que acababa de hacerles. Por un momento se sintió tentado de responderles, de hacerles ver con la verdad que sus palabras no eran en broma, pero entonces... Entonces recordó las sabias enseñanzas de Suneate Tzumaru, aquellas que Ryu tanto despreciaba: "muéstrate débil cuando seas fuerte". Así que decidió callar y dejarles con sus risas, musitando tan sólo una contestación en tono quedo.
—Deberíais salir de esta cueva, os hace falta ver mundo.
No diría una palabra más sobre el tema, simplemente lo dejaría pasar; sobretodo a la luz del tema que Money acababa de poner encima de la mesa, uno que sí que le interesó y preocupó a partes iguales. Veréis, Akame había estado convencido desde el momento en el que Kaido le reclutase en Tanzaku Gai, de que Sekiryu era simplemente una banda de mafiosos como cualquier otra. Podía entender que buscaran el dinero, el poder, la fama... Objetivos todos terrenales y muy loables. Ah, pero lo que dijo Money le sacó de aquellas casillas, colocándole delante un tablero muy distinto. Los objetivos y las motivaciones de Ryu no parecían ser tanto el dinero y la fuerza como algo más espiritual... Más peligroso.
«Este hijo de puta es un loco peligroso», se dijo Akame. «¿Así que a eso se refería cuando dijo lo de "para la gente de fuera nosotros somos dioses"? Me cago en todo...» El joven Uchiha no había imaginado que Ryu se refería a su atribuida condición divina con tanta facilidad. Darse cuenta de aquello le produjo una mezcla de desconfianza hacia todo Dragón Rojo, y de risa. «¿De verdad ese tarado se cree un dios?»
Quiso reír, pero luego decidió que esperaría a verle combatir antes de tachar sus atribuciones de delirios de grandeza.
—Como sea, esas pavadas me importan bien poco —mintió Akame, y luego añadió, recordando la imagen de aquel negrote sin camiseta y lleno de tatuajes fluorescentes—. Hay muchos dioses, pero te aseguro que ninguno se viste así.
Sus manos rebuscaron entre sus bolsillos, tratando de hallar sin éxito una cajetilla de tabaco. «Me la dejé en la habitación», concluyó. Molesto, resopló.
—¿Así que de eso es de lo que va todo esto? ¿De un credo antiguo y olvidado? —inquirió el Uchiha—. ¿También para vosotros?
Mucho lo dudaba.
—Deberíais salir de esta cueva, os hace falta ver mundo.
No diría una palabra más sobre el tema, simplemente lo dejaría pasar; sobretodo a la luz del tema que Money acababa de poner encima de la mesa, uno que sí que le interesó y preocupó a partes iguales. Veréis, Akame había estado convencido desde el momento en el que Kaido le reclutase en Tanzaku Gai, de que Sekiryu era simplemente una banda de mafiosos como cualquier otra. Podía entender que buscaran el dinero, el poder, la fama... Objetivos todos terrenales y muy loables. Ah, pero lo que dijo Money le sacó de aquellas casillas, colocándole delante un tablero muy distinto. Los objetivos y las motivaciones de Ryu no parecían ser tanto el dinero y la fuerza como algo más espiritual... Más peligroso.
«Este hijo de puta es un loco peligroso», se dijo Akame. «¿Así que a eso se refería cuando dijo lo de "para la gente de fuera nosotros somos dioses"? Me cago en todo...» El joven Uchiha no había imaginado que Ryu se refería a su atribuida condición divina con tanta facilidad. Darse cuenta de aquello le produjo una mezcla de desconfianza hacia todo Dragón Rojo, y de risa. «¿De verdad ese tarado se cree un dios?»
Quiso reír, pero luego decidió que esperaría a verle combatir antes de tachar sus atribuciones de delirios de grandeza.
—Como sea, esas pavadas me importan bien poco —mintió Akame, y luego añadió, recordando la imagen de aquel negrote sin camiseta y lleno de tatuajes fluorescentes—. Hay muchos dioses, pero te aseguro que ninguno se viste así.
Sus manos rebuscaron entre sus bolsillos, tratando de hallar sin éxito una cajetilla de tabaco. «Me la dejé en la habitación», concluyó. Molesto, resopló.
—¿Así que de eso es de lo que va todo esto? ¿De un credo antiguo y olvidado? —inquirió el Uchiha—. ¿También para vosotros?
Mucho lo dudaba.