16/10/2019, 12:15
En efecto, sobre las frágiles maderas de aquella barca y meneándose con el vaivén de las mareas, que auguraban el resultado de aquel duelo con una brisa helada, Akame se mecía sobre sus propias piernas. Sentado, sus ojos escudriñaban el horizonte con gesto ausente. ¿Qué era lo que le pasaba por la cabeza en aquellos momentos? Sólo él lo sabía, y no parecía muy dispuesto a compartirlo.
Iba vestido con su yukata índigo, pantalones azules y botas ninja altas, ceñidas en las pantorrillas. Llevaba su fiel espada a la espalda y su equipamiento en el cinto y el muslo derecho, sendos portaobjetos que contenían sus pocas posesiones. Sobre la cabeza, el kasa de paja que se había traído de Tanzaku Gai; único recuerdo material de su estancia allí.
A saber si por la conversación con Otohime y Money, o porque se temía un desenlace fatal para el combate que estaba por disputarse, pero Akame parecía taciturno y estaba muy callado. Así había sido desde que montaran en el bote y abandonasen Ryugu-jo, rumbo a la Llanura de Halita...
Iba vestido con su yukata índigo, pantalones azules y botas ninja altas, ceñidas en las pantorrillas. Llevaba su fiel espada a la espalda y su equipamiento en el cinto y el muslo derecho, sendos portaobjetos que contenían sus pocas posesiones. Sobre la cabeza, el kasa de paja que se había traído de Tanzaku Gai; único recuerdo material de su estancia allí.
A saber si por la conversación con Otohime y Money, o porque se temía un desenlace fatal para el combate que estaba por disputarse, pero Akame parecía taciturno y estaba muy callado. Así había sido desde que montaran en el bote y abandonasen Ryugu-jo, rumbo a la Llanura de Halita...