16/10/2019, 20:21
(Última modificación: 16/10/2019, 20:21 por Sasaki Reiji.)
—¡Yo iría pensando en cómo detener el barco, eh!
—¡No os preocupéis, tengo un plan!
No me preocupaba en absoluto. Todo el camino que recorriera el barco a través de tierra, era camino que me ahorraba hacer a pata. Y no parecía, al menos desde lejos, que hubiera nadie, ni pueblos, en esa costa.
Mirando en dirección a la playa que nos aguardaba, apoye mi pie izquierdo sobre la barandilla, y grite.
—¡Preparate Pais del hierro, El peor pirata de los ciento noventa y dos mares de Oonido y primer peor pirata del aire va a desembarcar en tus costas! ¡MUAJAJAJAJAJA!
¿Que por que seguía llevando mi papel hasta ese extremo? Muy sencillo, por que meterme tanto en papel hacia que me olvidara de todo lo demas, lo cual ayudaba a que no hubiera saltado por la borda del barco hacia un buen rato, cuando todos estaban desesperados por que no había tierra alrededor.
—¡Katsudon-san!
—¡Espérate, Yuuna!
Confiaba en Katsudon, pero... Solo por si acaso, baje la pierna y me agarré fuerte a la barandilla del barco. Pero eh, juro que confiaba plenamente en las habilidades de Katsudon para parar barcos. Había practicado conmigo en el estanque del jardín de casa.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo...!?
¡BAUM!
Aunque estaba bien agarrado a la barandilla, y repito que confiaba plenamente en Katsudon, me lleve un buen golpe contra el suelo cuando sus enormes manos pararon el barco en la costa.
El dolor volvió a recorrerme todo el cuerpo, desde la herida del pecho, para recordarme que, a pesar de todo, aún era muy débil.
—¡Hecho!
Mientras bajaba a los camarotes a buscar mi mochila, pensé como podía hacer para bajar del barco sin saltar para no hacerme mas daño en la herida. Pensé y pensé y pensé. Pronto me di cuenta que eso de pensar, definitivamente, no era lo mio.
Cuando ya tenia mis cosas, y estaba al lado de la barandilla mirando la arena me acordé de algo importante. ¡Yo también era un ninja! O al menos lo intentaba. Pero eso no necesitaba sellos, así que caminé con cuidado por la pared del barco hasta llegar a bajo.
—¡Lo ves Katsudon! Te dije que llegaríamos a tierra.
Y todo gracias al peor pirata de los doscientos un mares de Oonido: ¡Yo!
—¡No os preocupéis, tengo un plan!
No me preocupaba en absoluto. Todo el camino que recorriera el barco a través de tierra, era camino que me ahorraba hacer a pata. Y no parecía, al menos desde lejos, que hubiera nadie, ni pueblos, en esa costa.
Mirando en dirección a la playa que nos aguardaba, apoye mi pie izquierdo sobre la barandilla, y grite.
—¡Preparate Pais del hierro, El peor pirata de los ciento noventa y dos mares de Oonido y primer peor pirata del aire va a desembarcar en tus costas! ¡MUAJAJAJAJAJA!
¿Que por que seguía llevando mi papel hasta ese extremo? Muy sencillo, por que meterme tanto en papel hacia que me olvidara de todo lo demas, lo cual ayudaba a que no hubiera saltado por la borda del barco hacia un buen rato, cuando todos estaban desesperados por que no había tierra alrededor.
—¡Katsudon-san!
—¡Espérate, Yuuna!
Confiaba en Katsudon, pero... Solo por si acaso, baje la pierna y me agarré fuerte a la barandilla del barco. Pero eh, juro que confiaba plenamente en las habilidades de Katsudon para parar barcos. Había practicado conmigo en el estanque del jardín de casa.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo...!?
¡BAUM!
Aunque estaba bien agarrado a la barandilla, y repito que confiaba plenamente en Katsudon, me lleve un buen golpe contra el suelo cuando sus enormes manos pararon el barco en la costa.
El dolor volvió a recorrerme todo el cuerpo, desde la herida del pecho, para recordarme que, a pesar de todo, aún era muy débil.
—¡Hecho!
Mientras bajaba a los camarotes a buscar mi mochila, pensé como podía hacer para bajar del barco sin saltar para no hacerme mas daño en la herida. Pensé y pensé y pensé. Pronto me di cuenta que eso de pensar, definitivamente, no era lo mio.
Cuando ya tenia mis cosas, y estaba al lado de la barandilla mirando la arena me acordé de algo importante. ¡Yo también era un ninja! O al menos lo intentaba. Pero eso no necesitaba sellos, así que caminé con cuidado por la pared del barco hasta llegar a bajo.
—¡Lo ves Katsudon! Te dije que llegaríamos a tierra.
Y todo gracias al peor pirata de los doscientos un mares de Oonido: ¡Yo!