17/10/2019, 01:53
Mientras detallaba la situación que tenía ahora ante sus ojos, la voz esperpéntica de Ryū llamó su atención. Le resultaba indudablemente extraño escucharla fuera de una reunión formal, y menos aún, que se estuviera refiriendo a él. El escualo volteó hacia su posición —que estaba contrapuesta a la cama de Zaide, de cuyo habitáculo tan sólo escuchaba los chiiiin, chiiin de sus armas siendo afiladas—. y le miró, de arriba abajo. Sólo entonces tuvo que admitir que su fuerza, aún y admitiendo que la había trabajado específicamente en el suyo propio durante el último año, estaba claro que no alcanzaba el nivel del guerrero de ébano.
Además, esa bebida. Oh, esa bebida lucía fuerte. Poderosa.
—Ah, pues. Shaneji y yo asumimos un compromiso, antes de partir a cazar a este cabronazo —señaló a Zaide con su dedo índice—. que cuando regresara, iba a arreglarme una cita con el mismísimo Rey del Océano. Él cumplió con su palabra, y yo honré su muerte, allí abajo. En las profundidades del mismísimo mar de Oonindo.
Además, esa bebida. Oh, esa bebida lucía fuerte. Poderosa.
—Ah, pues. Shaneji y yo asumimos un compromiso, antes de partir a cazar a este cabronazo —señaló a Zaide con su dedo índice—. que cuando regresara, iba a arreglarme una cita con el mismísimo Rey del Océano. Él cumplió con su palabra, y yo honré su muerte, allí abajo. En las profundidades del mismísimo mar de Oonindo.