17/10/2019, 02:11
(Última modificación: 17/10/2019, 02:13 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
El gyojin se puso en rictus, motivado, sacando pecho por su proeza. Con ambas manos en la cintura y con esa sonrisa socarrona típica ahora más lumbrosa. Más iluminada. ¿Que si había conseguido el pacto, decía? ¡¿Que si había conseguido el puto pacto, decía?!!
—No, no un tiburón. EL Tiburón. O la tiburonesa, para ser más exactos. Porque sí, amigos, allí abajo la que reina, la que manda, la que ordena, la que controla la cadena alimenticia es una jodida hembra. Un espécimen de al menos unos treinta jodidos metros de largo, si mi precisión no me falla. Con dientes más grandes que tú, incluso, así inflado y todo como te ves en el espejo. Una cosa de locos —contaba, mientras movía los brazos, teatral—. eso sí, por poco no salgo a la superficie para poder contarlo. Digamos que en más de una ocasión estuve a punto de ser comido por otros tiburones, e incluso orcas. Orcas mafiosas, así como nosotros. ¡No te jode, jajaja!
»Pero sí, obtuve el pacto, Ryu. Y más que eso, incluso... —pero no lo contó. Mejor era guardarse el hecho de que poseía el Gran Pergamino—. ¿alguna ves habíais escuchado de los Umi no Shisoku? —preguntó, a ambos. Quizás si les mantenía charlando, no se intentarían matar en el momento en que él abandonara el refugio.
—No, no un tiburón. EL Tiburón. O la tiburonesa, para ser más exactos. Porque sí, amigos, allí abajo la que reina, la que manda, la que ordena, la que controla la cadena alimenticia es una jodida hembra. Un espécimen de al menos unos treinta jodidos metros de largo, si mi precisión no me falla. Con dientes más grandes que tú, incluso, así inflado y todo como te ves en el espejo. Una cosa de locos —contaba, mientras movía los brazos, teatral—. eso sí, por poco no salgo a la superficie para poder contarlo. Digamos que en más de una ocasión estuve a punto de ser comido por otros tiburones, e incluso orcas. Orcas mafiosas, así como nosotros. ¡No te jode, jajaja!
»Pero sí, obtuve el pacto, Ryu. Y más que eso, incluso... —pero no lo contó. Mejor era guardarse el hecho de que poseía el Gran Pergamino—. ¿alguna ves habíais escuchado de los Umi no Shisoku? —preguntó, a ambos. Quizás si les mantenía charlando, no se intentarían matar en el momento en que él abandonara el refugio.