17/10/2019, 14:10
Cuando Zaide salió de la cámara subterránea, su voz sorprendió al más joven de los descendientes de Hazama. Akame se volteó con rapidez, dedicándole una mirada inquisitiva al calvo que había ascendido por las escaleras talladas hacia el subsuelo. Ante sus palabras se limitó a encogerse de hombros —por enésima vez aquella noche— y formular un asentimiento quedo.
—Te la contaré si ganas esta mierda —propuso, calmado pero sin sonreír lo más mínimo—. Otohime, una última cosa. Si alguna vez te encuentras con este muchacho del que te hablo, no creo que sea en buenos términos. Él es un fiel shinobi de Uzu, al fin y al cabo. Así que... Da igual si crees mis historias o no: tú asegúrate de huir.
De repente, un fuerte estruendo sacudió la cabaña, acompañado de un vendaval que levantó tierra, cristales rotos y polvo por doquier. Akame se cubrió el rostro con un brazo mientras entrecerraba los ojos, tratando de distinguir allí afuera, en la oscuridad nocturna, qué había causado semejante alboroto. Incapaz de hacerlo desde su posición, decidió asomarse.
—Te la contaré si ganas esta mierda —propuso, calmado pero sin sonreír lo más mínimo—. Otohime, una última cosa. Si alguna vez te encuentras con este muchacho del que te hablo, no creo que sea en buenos términos. Él es un fiel shinobi de Uzu, al fin y al cabo. Así que... Da igual si crees mis historias o no: tú asegúrate de huir.
De repente, un fuerte estruendo sacudió la cabaña, acompañado de un vendaval que levantó tierra, cristales rotos y polvo por doquier. Akame se cubrió el rostro con un brazo mientras entrecerraba los ojos, tratando de distinguir allí afuera, en la oscuridad nocturna, qué había causado semejante alboroto. Incapaz de hacerlo desde su posición, decidió asomarse.