17/10/2019, 17:36
Al pobre Akame casi se le desencajó la mandíbula al ver aquella majestuosa ave posada sobre el claro, frente a ellos, con sus plumas níveas y plateadas y su mirada de depredador. En su corta vida el joven ninja había visto pocas invocaciones de combate —por no decir ninguna—, y su principal referencia era Kumopansa, la mascota de Yota. «Condenado bichejo, menuda purria comparada con esta águila», pensó. Junto a ella, su invocador: Zaide. Akame tuvo que reprimir un retortijón que le vino por las entrañas cuando se dio cuenta de que, inevitablemente, aquel tío no sólo era más poderoso, inteligente y carismático que él. Sino que además tenía una poderosa Kuchiyose a su disposición. No es que Akame le hubiera considerado un rival ni desde el primer momento —más bien un enemigo peligroso primero y un aliado del que no fiarse demasiado después—, pero en aquel momento la diferencia de poder y experiencia entre ambos Uchiha fue tan palpable que se asemajaba a un acantilado insalvable.
Sólo que, Akame sabía que nadie era inalcanzable. Así que se recompuso mientras Zaide le manifestaba su última voluntad al ave —«de verdad cree que va a palmar»— y luego montaba sobre sus plumas. Sin embargo, cuando la llamada Viento Blanco se dirigió al joven exjounin, a este le cogió totalmente por sorpresa.
—¿Esta...? —cayó entonces en la cuenta de a qué se refería el águila, y el rostro se le agrió. Entre dientes masculló una respuesta y luego se cruzó de brazos—. Fue un regalo —mintió—. Un recuerdo de un sueño lejano y borroso. ¿Por qué?
Sólo que, Akame sabía que nadie era inalcanzable. Así que se recompuso mientras Zaide le manifestaba su última voluntad al ave —«de verdad cree que va a palmar»— y luego montaba sobre sus plumas. Sin embargo, cuando la llamada Viento Blanco se dirigió al joven exjounin, a este le cogió totalmente por sorpresa.
—¿Esta...? —cayó entonces en la cuenta de a qué se refería el águila, y el rostro se le agrió. Entre dientes masculló una respuesta y luego se cruzó de brazos—. Fue un regalo —mintió—. Un recuerdo de un sueño lejano y borroso. ¿Por qué?