20/10/2019, 17:28
Al día después…
Nuestros protagonistas se encontraban ya reunidos en el Mar de Sal, o, como a los cartógrafos les gustaba llamarle, la Llanura de Halita. Kilómetros de extensión de planicie blanca, rodeada de montañas tan altas que, cuando uno estaba en el interior, tenía la sensación de estar tras las murallas de una fortaleza inexpugnable.
La Anciana, una señora de cabellos blancos y rostro tan arrugado que parecía más cerca de los cien años que de los cincuenta, había improvisado una pequeña plataforma desde la que contemplar el Kaji Saiban cómodamente. Había hecho surgir un bloque de hielo de la nada, con cinco tronos —sí, porque aquellos asientos de hielo asemejaban más al trono de un Señor Feudal que a una mera silla— sobre él. Ella se había sentado en el centro, y Kyūtsuki, a su derecha.
Akame jamás había visto a Kyūtsuki en persona, y lo cierto es que poco más pudo ver en ella que en las reuniones. Estaba enteramente cubierta por una túnica negra con capucha. Sus manos, ocultas tras guantes de terciopelo negro. Unos pantalones negros y ajustados desaparecían bajo unas botas altas y también negras. E incluso su rostro permanecía escondido, tras una de esas máscaras que los ANBU tanto utilizaban. Era blanca, con rayas verdes, rojas y amarillas y cuya forma recordaba al de un camaleón.
Otohime, la última en subir por las escaleras de hielo, fue a colocarse en el trono libre, extrayendo una manta de piel de uno de sus pergaminos para extenderla sobre el asiento y que no se le congelase el culo.
Ryū había tirado su chaqueta de piel y aguardaba, con el torso desnudo y los brazos cruzados, a unos veinte metros de la improvisada grada. No había rastro de Uchiha Zaide —quien no había regresado tras su escapada con Viento Blanco—, pero nadie parecía tener la menor duda de que acudiría al encuentro.
Entre el hueco de dos montañas, con tanta niebla en sus picos que daba la impresión de estar besando las nubes, el primer rayo de sol consiguió atravesar la neblina. Y, con ella, una sombra en el suelo ensució las blancas llanuras volando hacia ellos. Pasó por encima de Ryū y siguió su curso hasta que una segunda sombra se añadió a la primera.
Si Kaido y Akame miraban hacia arriba, verían a Zaide dejándose caer de su águila como un rayo de las nubes. Su cuerpo, envuelto en chispas doradas, aterrizó con fuerza sobre el suelo. Y, allá arriba, su viejo compañero desapareció en una nube de humo.
A un lado se encontraba una montaña, empuñando el único martillo de Oonindo que no empalidecía a su tamaño. Puro vigor. Pura certeza. La certeza del que nunca ha perdido una batalla. La certeza del que se sabe victorioso de antemano.
Al otro, un tío que había visto la necesidad de ponerse un chaleco de cuero y con cota de malla, además de su propia Armadura de Elemento Rayo. Empuñaba pequeñas hachas, pero tan afiladas como su ingenio. Su mirada le brillaba, roja, y luchaba con un expediente manchado pero, a su manera, invicto: el de nunca haber perecido ante un Ryūtō. Tanto era así, que algunos ya le conocían como “el que no muere”.
La Anciana se levantó y avanzó dos pasos sobre la plataforma de hielo.
—¡El Kaji Saiban! Lo llamamos así porque cuando un Ryūtō muere, arde. —Y nada más definitivo y contundente que la muerte para definir el resultado de un duelo—. ¡Mas recordar, no es necesario llegar a ese extremo! ¡Una de vuestras muertes es una pérdida terrible para Sekiryū! ¡Y hoy, más que nunca, debemos salir reforzados, fuertes, para afrontar lo que se nos avecina!
Apoyada en su bastón, la Anciana proyectaba su voz alta y clara por la Llanura de Halita.
—¡No hay vergüenza en rendirse ante otro Ryūtō! ¡Hacedlo a viva voz, o alzando la mano así en señal de derrota! —La Anciana alzó la mano libre y levantó el dedo pulgar e índice, de tal manera que formaron una especie de “L”—. ¡Si vuestro contrincante cae inconsciente, parad! ¡La victoria ya es vuestra, no la convirtáis en nuestra derrota!
La Anciana dio dos golpes con la base de su bastón sobre el hielo.
—¡¡¡Comenzad!!!
Y, así, el Decimotercer Kaji Saiban de Sekiryū daba comienzo. ¿Qué tipo de combate sería? ¿Cuánto duraría? ¿Con quién alzándose victorioso? Pronto, muy pronto se sabría.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado