3/11/2019, 16:42
Pero si algo tenían los Uchiha, era que no se rendían fácil ante la muerte. Es más, algunos parecían tener un pacto con el que maneja los hilos allá en el inframundo para que hiciera la vista gorda cada vez que las tierras del Yomi necesitasen reclamar un alma para su yugo de pecados. Y así lo estaba demostrando Zaide, al haber conseguido equilibrar levemente la balanza —aún seguía teniendo al mismísimo Ryu en frente, y con eso ya lo decía todo—. al deshacerse de la enorme invocación con una consecución impresionante de técnicas, una que modificaba el terreno a su merced como si la mismísima tierra se tratase de grava, y y luego utilizando el entorpecido movimiento de la bestia para desatar sobre ella la voluntad de Raijin en todo su esplendor. Rayo tras rayo, martirizando al dragón de Komodo hasta que éste no tuvo más remedio que volver a su mundo onírico natal.
Kaido pudo ver como Ryu frunció el ceño, y sintió un leve escalofrío cubriéndole el cuerpo. Como si intuyese que algo grande estaba a punto de suceder.
Y así fue. ¿Creíais que estábamos ya en la epitome de ésta batalla? ¿que esas dos bestias habían dado todo de sí? qué ilusos fuimos, todos nosotros, al pensar que tanto el guerrero de ébano como el danzante de ojos sangrientos estaban culminando el combate. Oh, pero si alguna intención tenía Ryu en ese momento, era de precisamente acabar con todo. O con Todos, viera por donde se viera.
«Mierda... ¡mierda!»
Lo quisiera el líder de los Dragones, o no, los espectadores de a poco sintieron la brisa fulgurante de aquél enorme capullo de fuego reviltalizado por las poderosas ventiscas de otra técnica, volviéndose cada vez más y más grande. Más y más poderoso. Los tronos de hielo seguramente empezarían a gotear con cada grado de temperatura que se crecía a medida de que esa mezcla imparable de técnicas se acercaba hasta ellos, cada vez más. Quizás sería sencillo para ellos utilizar shunshin, tal como lo había hecho Zaide, pero el problema era que... Otohime no sabía utilizarlo. Si nadie hacía nada, la mujer iba a perecer ante el Ennetsu Jigoku de Ryu.
Pero si algo tenía Kaido, es que era un hombre resolutivo. Podía haberse salvado el culo yéndose a la mierda, pero lo cierto es que cuando la Anciana pidió que hicieran algo, ya sus manos se encontraban realizando el sello de clonación, dando vida a un kage bunshin.
Fue entonces cuando ambos clones realizaron una secuencia rápida de sellos, idénticos el uno del otro.
—¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!
—¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!
Sendas vorágines de agua emergieron de los Umikiba como un torbellino cuyas aguas se formaron de la nada, casi que de la misma humedad del ambiente; y que con los potentes giros acabaron transformándose en un cilindro de al menos cinco metros de diámetro en vertical que se acrecentaron, uniéndose, y yendo en dirección a técnica de Ryu.
El segundo Kage bunshin desapareció, y el Kaido original corrió luego hacia Otohime para cogerla de la cintura y usar la sobrenaturalidad concedida por el shunshin para ambos escapar a unos 28 metros de su actual posición en cualquier dirección lejana al fuego, en caso de que su técnica conjunta en comunión con las de Akame y Kyutsuki, no fueran suficiente para detener a las llamas de infierno.
— PV: 240/240
— CK: 70/320
Posibles daños: 160 PV por Suiton: Daibafuku no Jutsu x2 + 10% (Poder 80) = 352 PV
Kaido pudo ver como Ryu frunció el ceño, y sintió un leve escalofrío cubriéndole el cuerpo. Como si intuyese que algo grande estaba a punto de suceder.
Y así fue. ¿Creíais que estábamos ya en la epitome de ésta batalla? ¿que esas dos bestias habían dado todo de sí? qué ilusos fuimos, todos nosotros, al pensar que tanto el guerrero de ébano como el danzante de ojos sangrientos estaban culminando el combate. Oh, pero si alguna intención tenía Ryu en ese momento, era de precisamente acabar con todo. O con Todos, viera por donde se viera.
«Mierda... ¡mierda!»
Lo quisiera el líder de los Dragones, o no, los espectadores de a poco sintieron la brisa fulgurante de aquél enorme capullo de fuego reviltalizado por las poderosas ventiscas de otra técnica, volviéndose cada vez más y más grande. Más y más poderoso. Los tronos de hielo seguramente empezarían a gotear con cada grado de temperatura que se crecía a medida de que esa mezcla imparable de técnicas se acercaba hasta ellos, cada vez más. Quizás sería sencillo para ellos utilizar shunshin, tal como lo había hecho Zaide, pero el problema era que... Otohime no sabía utilizarlo. Si nadie hacía nada, la mujer iba a perecer ante el Ennetsu Jigoku de Ryu.
Pero si algo tenía Kaido, es que era un hombre resolutivo. Podía haberse salvado el culo yéndose a la mierda, pero lo cierto es que cuando la Anciana pidió que hicieran algo, ya sus manos se encontraban realizando el sello de clonación, dando vida a un kage bunshin.
Fue entonces cuando ambos clones realizaron una secuencia rápida de sellos, idénticos el uno del otro.
—¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!
—¡Suiton: Daibafuku no Jutsu!
Sendas vorágines de agua emergieron de los Umikiba como un torbellino cuyas aguas se formaron de la nada, casi que de la misma humedad del ambiente; y que con los potentes giros acabaron transformándose en un cilindro de al menos cinco metros de diámetro en vertical que se acrecentaron, uniéndose, y yendo en dirección a técnica de Ryu.
El segundo Kage bunshin desapareció, y el Kaido original corrió luego hacia Otohime para cogerla de la cintura y usar la sobrenaturalidad concedida por el shunshin para ambos escapar a unos 28 metros de su actual posición en cualquier dirección lejana al fuego, en caso de que su técnica conjunta en comunión con las de Akame y Kyutsuki, no fueran suficiente para detener a las llamas de infierno.
— PV: 240/240
— CK: 70/320
-30
– -96
– -96
– -28
– Posibles daños: 160 PV por Suiton: Daibafuku no Jutsu x2 + 10% (Poder 80) = 352 PV