5/11/2019, 23:29
Ranko llegó en cuestión de minutos a la posada. La puerta de entrada seguía abierta de par en par, por lo que no tuvo problema alguno para regresar a su interior, pero una vez dentro se daría cuenta del denso silencio que inundaba el edificio. No había quedado nadie: los que se hospedaban allí y los trabajadores debían de haber salido huyendo en cuanto tuvieron la oportunidad de hacerlo, y los dos bandidos estaban firmementes atados el uno contra el otro con hilo de alambre. Espalda con espalda y tobillos y muñecas a un mueble cercano, era muy difícil que consiguieran escapar de aquella aunque recobraran la consciencia.
Entonces lo escuchó. Gritos en el primer piso. Ayame gritaba, y alguien parecía responderle, aunque su voz se escuchaba mucho más enlatada, como si estuviera al otro lado de una pared o una puerta:
—¡Lib...lo! ¡Hab... ...dido! ¡To.. ha acab...!
—¡SI ..... ..GO LE ..... .. ..ELLO! ¡PUTA!
La última palabra sí que la escuchó con claridad.
Entonces lo escuchó. Gritos en el primer piso. Ayame gritaba, y alguien parecía responderle, aunque su voz se escuchaba mucho más enlatada, como si estuviera al otro lado de una pared o una puerta:
—¡Lib...lo! ¡Hab... ...dido! ¡To.. ha acab...!
—¡SI ..... ..GO LE ..... .. ..ELLO! ¡PUTA!
La última palabra sí que la escuchó con claridad.