12/11/2019, 20:15
—Pero no podemos hacerle eso a Hanabi-kun —Poder podiamos. Otra cosa es que el honor nos le permitiera. Pero claro...—. Créeme, Reiji. Si yo he tenido que digerirlo, él también lo tendrá que hacer, y ya te aseguro yo que ahora mismo es el Kage más apropiado de Oonindo para digerir esta noticia. —No podía negarle nada, él conocia a Hanabi mucho mejor que yo. Quizás tenia razón. O quizás no.—Reiji, ¡por todos los dioses! Yo siquiera sabía que los bijuu podían hablar, y ahora resulta que tenemos que estar en su mismo bando. ¡Esto lucha contra los cimientos de la sociedad de las Tres Grandes Aldeas! ¡A ojos de todo el mundo, Datsue no es más que una jaula para contener al Ichibi!
Eso era una forma muy fea de decirlo. Datsue no era solo una jaula, no era una herramienta. Datsue era una persona, un ciudadano de uzuahiogakure. Y de las pocas personas a las que podía llamar Amigo. Fue él quien me sacó de la oscuridad.
»¿Y Aotsuki Ayame? ¿Viste la que lió el Gobi en Uzushiogakure? ¡Muy difícil de digerir, todo esto! —Esa información era nueva. Cuando yo había llegado al estadio, esa chica ya no estaba allí. Me sonaba su nombre, pero mi memoria me impedía acordarme de ella, por que los nombres se me daban fatal.
Pero era fascinante. Si Katsudon sabia de los demás... ¡Podía facilitarme el trabajo
de encontrarlos!
—¿Tu sabes donde estan los demás...
Pero algo me interrumpió. Un silbido en el aire. Algo tan frío como aquellos samuráis me rozó el hombro. Rasgando mi ropa nueva de invierno y haciéndome una herida superficial, que cuando quise comprobar, ya casi estaba sanada ¿Un genjutsu?
Pero no. Había un shuriken clavado en la pared. Y eso...
—Katsudon, ese arma no es de los samurái...creo
Dije mientras pegaba mi espalda a la suya, ponía mi mano sobre la empuñadura de Tsubame y adoptaba posición de batalla. No tenia muy claro de donde había salido ese shuriken.
—Esto no me gusta un pelo, Katsudon... —Luego le dije algo en voz baja, por que, obviamente, nos estaban escuchando. —Yo nunca me he curado un corte así de rápido... Excepto el de barco... ¿Qué me esta pasando?
Reiji:
–
–
Eso era una forma muy fea de decirlo. Datsue no era solo una jaula, no era una herramienta. Datsue era una persona, un ciudadano de uzuahiogakure. Y de las pocas personas a las que podía llamar Amigo. Fue él quien me sacó de la oscuridad.
»¿Y Aotsuki Ayame? ¿Viste la que lió el Gobi en Uzushiogakure? ¡Muy difícil de digerir, todo esto! —Esa información era nueva. Cuando yo había llegado al estadio, esa chica ya no estaba allí. Me sonaba su nombre, pero mi memoria me impedía acordarme de ella, por que los nombres se me daban fatal.
Pero era fascinante. Si Katsudon sabia de los demás... ¡Podía facilitarme el trabajo
de encontrarlos!
—¿Tu sabes donde estan los demás...
Pero algo me interrumpió. Un silbido en el aire. Algo tan frío como aquellos samuráis me rozó el hombro. Rasgando mi ropa nueva de invierno y haciéndome una herida superficial, que cuando quise comprobar, ya casi estaba sanada ¿Un genjutsu?
Pero no. Había un shuriken clavado en la pared. Y eso...
—Katsudon, ese arma no es de los samurái...creo
Dije mientras pegaba mi espalda a la suya, ponía mi mano sobre la empuñadura de Tsubame y adoptaba posición de batalla. No tenia muy claro de donde había salido ese shuriken.
—Esto no me gusta un pelo, Katsudon... —Luego le dije algo en voz baja, por que, obviamente, nos estaban escuchando. —Yo nunca me he curado un corte así de rápido... Excepto el de barco... ¿Qué me esta pasando?
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