14/11/2019, 01:26
(Última modificación: 14/11/2019, 03:43 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Zaide se demoró unos segundos en responder.
—¿Sabes qué pasa? Que por un lado no puedo rendirme; y, por el otro… —tomó una de sus hachas y cortó el mango del Dai Tsuchi con la hoja envuelta en electricidad—, ¡se me da muy mal morir!
Se apartó la cabeza de hierro y esta sonó con estruendo al chocar contra el suelo. Pero Ryū había estado más rápido aquella vez —y él muy lento—, porque justo cuando se estaba irguiendo apareció sobre él y volvió a aplastarle contra la sal, tomándole del cuello.
—Siempre hablaste demasiado.
Le faltaba el aire…
Le faltaba…
Le…
¡Zsss…! Su diestra empezó a recubrirse de electricidad y…
… y Ryū la atrapó con la mano libre, con la misma delicadeza que un cepo para osos. Le dobló hacia atrás los dedos y se oyó un chasquido muy feo, que le arrancó varios aullidos de dolor. Cuando se la soltó, sus dedos estaban doblados en posiciones antinaturales. Tanto que dolía a la vista.
—Ríndete…
Le elevó en el aire y volvió a estamparle contra el suelo. Sus pulmones se quedaron vacíos.
—… o…
Y, entonces, Zaide lo vio. La única oportunidad que Ryū le había dejado en todo el combate. El único resquicio. Se había quedado sin su clon, y acababa de mirarle a los ojos.
Akame pudo verlo gracias a su Sharingan. Ryū acababa de caer en un Genjutsu. Duró solo un instante, el suficiente como para que se llevase las manos al rostro, en posición defensiva, alarmado por un ataque que nunca le llegó.
Zaide aprovechó el ínfimo segundo para apoyar los pies en las tibias del Gran Dragón e impulsarse hacia atrás, usando la espalda como trineo sobre la sal.
Alzó la zurda al cielo, hacia los relámpagos, y ellos correspondieron la llamada lamiendo sus dedos como un perro a su amo. Parecía una imagen irreal, de fantasía pura, pero así sucedió. Akame notó que el vello se le ponía de punta, debido a la gran electricidad estática con la que estaba impregnado el ambiente. Las nubes de tormenta giraron en espiral en torno a la figura de Zaide. Por un instante, pudo intuirse un dragón en el cielo. No de fuego, como eran los de Ryū; sino hecho de puros rayos.
—Ya era hora de que te quedases sin Kage Bunshin, joder.
Bajó la mano como un juez que dicta sentencia…
… y se acabó.
Por unos segundos, Kaido fue incapaz de ver nada. Un destello inmenso, el rugido del tambor de Raijin, y luego nada. Blanco. Todo blanco.
Cuando sus pupilas lograron recuperarse, alcanzó a ver un enorme cráter de diez metros de diámetro. En el centro, un cuerpo, inerte. En el borde, la silueta de un hombre con los dedos rotos y los ojos teñidos de sangre. Apenas se mantenía en pie.
Apenas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado