14/11/2019, 19:06
El duelo llegaba a su punto álgido. Akame contuvo el aliento durante unos segundos cuando Ryu estampó a Zaide contra el suelo, en una posición que afianzaba su dominancia sobre el Uchiha y le ponía muy difícil a éste el darle la vuelta a la tortilla. Parecía que, después de todo, el Gran Dragón iba a hacer prevalecer su voluntad al viejo estilo: a golpes. Después de presenciar aquel combate, al joven Akame le había quedado claro —no, claro no, cristalino— el por qué nadie se atrevía a batirse contra Ryu cuando había un empate. «Ni siquiera siendo optimistas yo habría podido hacer nada contra él», pensó. Y la aterradora certeza de aquella reflexión le golpeó en el pecho con la fuerza del dai tsuchi del Gran Dragón.
Sin embargo, el destino estaba a punto de enseñarle que se equivocaba; y que se podía vencer a semejante bestia. ¿El destino? No realmente, sino el veterano Uchiha cabeza rapada que había visto su oportunidad asomarse tímidamente al borde de una milésima de segundo. Akame lo supo al instante, cuando su Sharingan le reveló la técnica que Zaide había tenido la oportunidad de ejecutar. «Un segundo», se dijo. A veces, eso era lo único que hacía falta para inclinar la balanza de la vida y la muerte a favor de uno. Y para un Uchiha, era tiempo más que de sobra.
Lo que vino después fue mucho más espectacular, pero menos determinante a ojos del joven renegado. Una técnica de potencia abrumadora, ejecutada en apenas un parpadeo, que pareció dar final al encuentro. Pese a todo, Akame no estaba tan seguro: había visto a tipos como aquel titán aguantar eso y más. Por esa misma razón, se aproximó un par de pasos tímidos, escudriñando con su Sharingan la figura aparentemente derrumbada de Ryu.
«¿Realmente...?»
Sin embargo, el destino estaba a punto de enseñarle que se equivocaba; y que se podía vencer a semejante bestia. ¿El destino? No realmente, sino el veterano Uchiha cabeza rapada que había visto su oportunidad asomarse tímidamente al borde de una milésima de segundo. Akame lo supo al instante, cuando su Sharingan le reveló la técnica que Zaide había tenido la oportunidad de ejecutar. «Un segundo», se dijo. A veces, eso era lo único que hacía falta para inclinar la balanza de la vida y la muerte a favor de uno. Y para un Uchiha, era tiempo más que de sobra.
Lo que vino después fue mucho más espectacular, pero menos determinante a ojos del joven renegado. Una técnica de potencia abrumadora, ejecutada en apenas un parpadeo, que pareció dar final al encuentro. Pese a todo, Akame no estaba tan seguro: había visto a tipos como aquel titán aguantar eso y más. Por esa misma razón, se aproximó un par de pasos tímidos, escudriñando con su Sharingan la figura aparentemente derrumbada de Ryu.
«¿Realmente...?»