18/11/2019, 13:00
Kisame podía no ser el ninja más diestro de Amegakure —al fin y al cabo acababa de graduarse— pero de seguro sobrepasaba en mucho a unos simples civiles. Con movimientos calculados y rápidos, les arrebató la cuartilla de papel a las mujeres y las dejó allí, con un palmo de narices, mientras discutían sobre si Guzen era o no el hijo de una tal Alia. El amejin desapareció de allí sin siquiera dar las gracias, cosa que de seguro no le granjearía la amistad de aquellas pueblerinas; pero un detalle así podía no importar en absoluto a un ninja que simplemente estaba de paso... Y con los ojos fijos en la presa. Como debía ser.
Al abordar a los pescadores, éstos manifestaron en principio una actitud algo más hosca que la de las mujeres. Eran tipos curtidos por el Sol y el trabajo físico, más bien de corta estatura y espaldas anchas. Sus rostros tostados miraron a Kisame de arriba a abajo; parecía evidente que no estaban acostumbrados a los extranjeros por allí, y aquel en concreto no les transmitía nada bueno. Probablemente por su escaso magnetismo personal.
Sin embargo, parecían dispuestos al menos a escucharle. Y como Kisame todavía no había formulado pregunta o saludo alguno, los pescadores se limitaron a dedicarle un quedo "epa zagal, ¿qué buscas por aquí?".
Al abordar a los pescadores, éstos manifestaron en principio una actitud algo más hosca que la de las mujeres. Eran tipos curtidos por el Sol y el trabajo físico, más bien de corta estatura y espaldas anchas. Sus rostros tostados miraron a Kisame de arriba a abajo; parecía evidente que no estaban acostumbrados a los extranjeros por allí, y aquel en concreto no les transmitía nada bueno. Probablemente por su escaso magnetismo personal.
Sin embargo, parecían dispuestos al menos a escucharle. Y como Kisame todavía no había formulado pregunta o saludo alguno, los pescadores se limitaron a dedicarle un quedo "epa zagal, ¿qué buscas por aquí?".