19/11/2019, 03:41
(Última modificación: 19/11/2019, 03:49 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
—Kaido… —el escualo no reaccionó, si quiera, al tacto de la mano que ahora le consolaba sobre el hombro de su brazo ya herido y maltrecho por el chidori, ni tampoco malgastó energía en prestar atención en las provocaciones de Akame. Estaba sumamente concentrado en detectar así fuera un ápice de pulso, aunque era evidente, por su rostro de frustración, que no estaba lográndolo—. Kaido, no hay nada que hacer. No hay nada que hacer…
La sangre manaba, y manaba, y manaba. Daba igual. ¿Akame decía que estaba vivo? también daba igual. Un bombeo. Es todo lo que necesitaba.
«Venga, hijo de mil puta. Una señal. ¡Vive, coño, vive!»
—Kaido… Kaido… Tenemos que vendarte esa herida. Vas a desangrarte como sigas así.
—¡Cállate, coño, cállate! —gritó, sin despegar su mano de la carótida. Pero tenerla allí pegada era como el terrorista que activa una bomba que sabe va a explotar muy pronto. En el caso de Ryu, su cuerpo terminaría ardiendo tarde o temprano, y sería su mano la que sintiese el inclemente fuego que reduciría su cuerpo etéreo en un montón de cenizas. Ese momento, sin embargo...
... no llegó.
Sus ojos se abrieron como dos platos. ¿Que le dolía? sí, le dolía. Era como si una prensa hidráulica se estuviese contrayendo sobre los huesos de su brazo. La sangre no fluía correctamente, y si su piel ya era de por sí azul imaginad cómo estaba al no circular la sangre como es debido. Pero pronto se dio cuenta que no era una prensa sino la mismísima garra del Dragón que, contra todo puto pronóstico, y en un acto reflejo se aferró al brazo de Kaido como el alma que no se digna a cruzar las puertas a las tierras del Yomi, y debe hacer contra a la fuerza de cientos de demonios que luchan ansiosos por sumergirlo en sus mares de lava.
¡Ryu estaba vivo, apenas, pero vivo!
Pero ahora que su deseo estaba cumplido, quedaba el hecho de que el cuerpo del sobreviviente estaba hecho trizas. La técnica eléctrica le abrió un boquete en todo el abdomen y según Kyūtsuki, varios órganos vitales se habían convertido en un amasijo de carne inservible y muerta. La de la máscara, visiblemente alterada y nerviosa —al menos en cuanto a gestos corporales se refiere, pues su rostro aún seguía siendo todo un misterio—. le dio a Kaido una píldora de sangre y le pidió que hiciese que Ryu la tomara. En ese momento, sin tener muchas opciones sobre la mesa, estuvo más que dispuesto a acatar la orden, así que llevó la pequeña pastilla a las fauces de dragón.
Pero antes de que la ingiriera, tiró de brazo.
—No, no. Tengo entendido que si te comes dos de estas mierdas en un mismo día puede causar efectos negativos. Ya se tragó una antes de que Zaide rompiera el velo —contestó, devolviéndole la pastilla. Luego puso él su mano en el hombro de ella—. tranquila, confiamos en ti. ¿Necesitas chakra? aquí tienes bastante.
Luego miró a Otohime.
—¿Puedes vendarme esta mierda? —no le iba a ser de mucha utilidad a Kyūtsuki si se moría él también, desangrado.
PV:–
La sangre manaba, y manaba, y manaba. Daba igual. ¿Akame decía que estaba vivo? también daba igual. Un bombeo. Es todo lo que necesitaba.
«Venga, hijo de mil puta. Una señal. ¡Vive, coño, vive!»
—Kaido… Kaido… Tenemos que vendarte esa herida. Vas a desangrarte como sigas así.
—¡Cállate, coño, cállate! —gritó, sin despegar su mano de la carótida. Pero tenerla allí pegada era como el terrorista que activa una bomba que sabe va a explotar muy pronto. En el caso de Ryu, su cuerpo terminaría ardiendo tarde o temprano, y sería su mano la que sintiese el inclemente fuego que reduciría su cuerpo etéreo en un montón de cenizas. Ese momento, sin embargo...
... no llegó.
Sus ojos se abrieron como dos platos. ¿Que le dolía? sí, le dolía. Era como si una prensa hidráulica se estuviese contrayendo sobre los huesos de su brazo. La sangre no fluía correctamente, y si su piel ya era de por sí azul imaginad cómo estaba al no circular la sangre como es debido. Pero pronto se dio cuenta que no era una prensa sino la mismísima garra del Dragón que, contra todo puto pronóstico, y en un acto reflejo se aferró al brazo de Kaido como el alma que no se digna a cruzar las puertas a las tierras del Yomi, y debe hacer contra a la fuerza de cientos de demonios que luchan ansiosos por sumergirlo en sus mares de lava.
¡Ryu estaba vivo, apenas, pero vivo!
Pero ahora que su deseo estaba cumplido, quedaba el hecho de que el cuerpo del sobreviviente estaba hecho trizas. La técnica eléctrica le abrió un boquete en todo el abdomen y según Kyūtsuki, varios órganos vitales se habían convertido en un amasijo de carne inservible y muerta. La de la máscara, visiblemente alterada y nerviosa —al menos en cuanto a gestos corporales se refiere, pues su rostro aún seguía siendo todo un misterio—. le dio a Kaido una píldora de sangre y le pidió que hiciese que Ryu la tomara. En ese momento, sin tener muchas opciones sobre la mesa, estuvo más que dispuesto a acatar la orden, así que llevó la pequeña pastilla a las fauces de dragón.
Pero antes de que la ingiriera, tiró de brazo.
—No, no. Tengo entendido que si te comes dos de estas mierdas en un mismo día puede causar efectos negativos. Ya se tragó una antes de que Zaide rompiera el velo —contestó, devolviéndole la pastilla. Luego puso él su mano en el hombro de ella—. tranquila, confiamos en ti. ¿Necesitas chakra? aquí tienes bastante.
Luego miró a Otohime.
—¿Puedes vendarme esta mierda? —no le iba a ser de mucha utilidad a Kyūtsuki si se moría él también, desangrado.
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