20/11/2019, 19:12
Desde luego, si los pescadores se creyeron el pobre embuste de Kisame, no dieron muestras de ellos. Por fortuna para el amejin, los hombres en aquellos lares tan rurales tendían a ser rudos y poco dados a meterse en los asuntos de otra gente —al menos, directamente—, sino que confiaban en saciar su curiosidad de oídas. Si de verdad ocurría algo mínimamente interesante en aquel pueblo —y el estándar para lo "interesante" solía ser bastante laxo—, los rumores correrían como la pólvora en menos que cantaba un gallo. Así que, acostumbrados a ello, los tipos se limitaron a despedirse del genin con unas formas mucho menos cuidadas, y a seguir su camino.
A Akame lo podría encontrar dentro de la posada, en efecto, degustando una taza de té verde muy caliente junto a la barra, sentado sobre uno de los pocos taburetes altos que había en la sala. Al colocarse a su lado, el tabernero inmediatamente le lanzó una mirada inquisitiva.
—¿Qué va a ser, joven?
Probablemente no tendría mucha clientela en un lugar como aquel, de modo que la visión de cualquier viajero era suficientemente estimulante como para que dejara sus quehaceres habituales —pulir la barra, limpiar los jarros, esas cosas— y moviera su culo hacia el incauto con tal de sacarle algunas monedas. El Uchiha, por su parte, bebía calmadamente su brebaje mientras miraba a Kisame en busca de nuevas.
—¿Algo? —se limitó a preguntar, lacónico.
A Akame lo podría encontrar dentro de la posada, en efecto, degustando una taza de té verde muy caliente junto a la barra, sentado sobre uno de los pocos taburetes altos que había en la sala. Al colocarse a su lado, el tabernero inmediatamente le lanzó una mirada inquisitiva.
—¿Qué va a ser, joven?
Probablemente no tendría mucha clientela en un lugar como aquel, de modo que la visión de cualquier viajero era suficientemente estimulante como para que dejara sus quehaceres habituales —pulir la barra, limpiar los jarros, esas cosas— y moviera su culo hacia el incauto con tal de sacarle algunas monedas. El Uchiha, por su parte, bebía calmadamente su brebaje mientras miraba a Kisame en busca de nuevas.
—¿Algo? —se limitó a preguntar, lacónico.