25/11/2019, 22:25
Ni siquiera hubo tiempo para preguntas, ni para charlar, ni para nada más. Los dos animales arrollaron a las dos kunoichi sin ningún tipo de piedad. Un potente estallido de agua acompañó al impacto cuando Ayame deshizo todo su cuerpo en agua para evitar el golpe, peor Ren tuvo menos suerte al decidir no apartarse de la trayectoria de aquellas dos bestias, que las embistieron y pisotearon con brutalidad antes de continuar su camino calle abajo, en la misma dirección que había tomado Daruu minutos atrás.
Ayame, a mitad de recomponerse pero sin ninguna magulladura visible, se abalanzó sobre la genin y la agitó por los hombros.
—¡Ey! ¡Ey! ¿Estás bien? —la llamaba, desesperadamente, mientras terminaba de recuperar su forma corpórea—. ¡Vamos, levanta, tenemos que darnos prisa o escaparán!
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Mientras tanto, Daruu utilizó sus habilidades como shinobi para materializarse justo entre las mujeres y el jabalí que estaba a punto de arrollarlas. Una palma de su mano fue lo único que hizo falta para frenar su avance y hacerle soltar un chillido de sorpresa. Aunque no fue suficiente para repelerle. De hecho, estaba más enfadado que antes si cabía, y el animal aprovechó la escasa cercanía con nuestro amigo shinobi para cargar hacia delante y embestirle con toda la fuerza de su cuerpo y de su único colmillos, romo.
Afortunadamente, la mujer había conseguido sacar a la abuelita de la refriega. Parecía que Daruu se había quedado a solas con su amigo porcino, que volvía a cocear sobre el asfalto en un gesto claramente amenazador.