27/11/2019, 14:49
(Última modificación: 27/11/2019, 14:51 por Taka Kisame. Editado 2 veces en total.)
El viaje transcurrió sin ningún contratiempo. Efectivamente, aquellos pescadores les habían dicho la verdad. El pueblo estaba realmente cerca y les tomó poco más que la mañana para llegar. Ahora que ya tenía un dato por el que comenzar su investigación, se sentía ansioso pues esas cosas siempre le habían gustado. El shogi, los misterios y cualquier cosa que estimulara su cerebro le hacían casi volverse obseso con el tema una vez entraba en faena, por lo que, una vez se despidió su compañero asintió intentando buscar ya algún sitio por donde comenzar a buscar.
-Lo de siempre, cualquier cosa extraña que ocurra, te mandaré un aviso -El genin se despidió protocolariamente y comenzó a caminar con dificultad entre el gentío.
Mentiría si dijera que ese pueblo le estaba gustando. Le recordaba al distrito comercial de Amegakure. Prácticamente la única zona de su aldea que odiaba por la acumulación de gente en las calles y el estrés que eso le generaba. Caminó durante un rato, sabiendo que el tiempo se le echaba encima mientras buscaba algún sitio donde potencialmente pudiera encontrar información. Su cabeza no paraba de dar vueltas respecto a donde podrían conocer a esa tal Alia, hasta que tras un rato encontró una taberna haciendo esquina entre dos calles bastante anchas, cerca de la entrada del pueblo. Antes de entrar, tapó la chapa de Amegakure con su cuello.
Entró sin pensárselo dos veces. Aquello era notablemente diferente al país de la tierra. El lugar estaba lleno de lugareños y algún que otro individuo que parecía visitante o viajero como ellos. Se acercó a la barra y, posando sus manos sobre ella se dirigió al cantinero.
-Un té verde, por favor -Comentó, dejando un poquito más de lo necesario para pagarlo sobre el mostrador - Por cierto, sabría usted donde puedo encontrar a una mujer llamada Alia? Me han dicho que vive en este pueblo -Preguntó con educación, mientras no apartaba la mirada del tipo tras la barra.
-Lo de siempre, cualquier cosa extraña que ocurra, te mandaré un aviso -El genin se despidió protocolariamente y comenzó a caminar con dificultad entre el gentío.
Mentiría si dijera que ese pueblo le estaba gustando. Le recordaba al distrito comercial de Amegakure. Prácticamente la única zona de su aldea que odiaba por la acumulación de gente en las calles y el estrés que eso le generaba. Caminó durante un rato, sabiendo que el tiempo se le echaba encima mientras buscaba algún sitio donde potencialmente pudiera encontrar información. Su cabeza no paraba de dar vueltas respecto a donde podrían conocer a esa tal Alia, hasta que tras un rato encontró una taberna haciendo esquina entre dos calles bastante anchas, cerca de la entrada del pueblo. Antes de entrar, tapó la chapa de Amegakure con su cuello.
Entró sin pensárselo dos veces. Aquello era notablemente diferente al país de la tierra. El lugar estaba lleno de lugareños y algún que otro individuo que parecía visitante o viajero como ellos. Se acercó a la barra y, posando sus manos sobre ella se dirigió al cantinero.
-Un té verde, por favor -Comentó, dejando un poquito más de lo necesario para pagarlo sobre el mostrador - Por cierto, sabría usted donde puedo encontrar a una mujer llamada Alia? Me han dicho que vive en este pueblo -Preguntó con educación, mientras no apartaba la mirada del tipo tras la barra.