Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#4
Hmm.

Los escoltas eran necesarios, pero, ¿quién estaba ahí para protegerlos a ellos? ¿Dónde estaba el martillo que todo escudo necesitaba?

Iremos los cinco. —Estaba decidido.



Estaba decidido.

No.

La Anciana negó con la cabeza, reafirmando su postura.

No —repitió, pues sabía que Ryū era duro de mollera—. Hemos cometido el error, todos nosotros, de subestimar a estos dos cachorros. —Bien lo había visto en el Kaji Saiban—. Es hora de que demuestren lo que valen. Solos.

Este no es el momento de poner a nadie a prueba, Anciana.

El espectro de la Anciana entrecerró los ojos. No quería decirlo, no quería revelar la verdadera razón tras su decisión. Pero conocía demasiado bien a Ryū, no se dejaría convencer con meras excusas.

Precisamente, Ryū. No es momento de ponerte a prueba… a ti —se lo espetó sin miramientos—. Kyūtsuki me ha dicho que necesitas una máquina de oxígeno para dormir y no ahogarte por las noches. —Específicamente, que sufría de peligrosas apneas de sueño—. Te ha recomendado bajar de peso, y tú hiciste justo lo contrario. —En la pelea contra Kaido, Ryū había pegado un visible bajón. Ya no, sus músculos volvían a lucir como siempre, y quizá por eso, el único pulmón que le quedaba no daba abasto—. Y sospecho, por mucho que no queráis contar, que el resultado de tu combate contra Kaido no fue… muy alentador.



Alentador fue precisamente lo que fue. Oh, sí, Kaido lo sabía muy bien. Independientemente del resultado final, Ryū no paraba de alentar, de alentar y de alentar. Ah, pero no para darle ánimos, no. Sino el de su otro significado. El de respirar sin parar porque no le llegaba el suficiente oxígeno a la sangre. Ryū seguía estando fuerte como un toro; seguía siendo inamovible como una montaña; pero cada vez que atacaba con ímpetu, necesitaba de largos segundos para recuperarse. Se agotaba con extremada facilidad y eso le dejaba vulnerable en demasiadas ocasiones. Si antes hubiese creado un Kage Bunshin, lanzado una muralla de fuego y un tornado de viento de una tacada, ahora tenía que conformarse con hacer cada cosa por separado, dándose su buen minuto entre acción y acción.

Tenía, en definitiva, que andarse con rodeos.



Déjate de rodeos, Anciana. Di lo que tengas que decir.

La Anciana suspiró, e hizo justo lo contrario.

Os voy a contar una breve historia —empezó, desviando la mirada hacia el resto—. Antiguamente, hubo un mercenario muy famoso en estas tierras. Un ninja. Libraba guerras para distintos Señores Feudales, según le conviniese. Era un mercenario, sí, pero el mercenario más respetado del mundo. Algunos, lo consideraban algo más que eso.

No era un ninja —intervino Ryū, con la mirada muy lejos de allí, como distraído—. Sino un rōnin.

Rōnin, ninja… distintas versiones para una misma historia —reanudó, sin darle importancia a ese detalle—. Pero si conoces la historia, Ryū, sabrás que ganó todas sus batallas salvo la penúltima. Quedó tan malherido tras el combate, que no superó la noche. Los numerosos soldados del bando enemigo amanecieron con la certeza de que el gran y temido mercenario no había visto la nueva luz del sol. Y así fue. Por eso, también supieron que la victoria estaba en sus manos. Las tropas estarían desmoralizadas, desorientadas sin su eterno líder, y tenían tanto la desventaja numérica como del terreno.

»Cuando avanzaron hacia el campo de batalla, sin embargo, se encontraron con una sorpresa. El campeón que todos daban por muerto… era la punta de lanza de un ejército que se les echaba encima. —Les dejó un breve momento para que se lo imaginasen en sus cabezas—. La visión fue tal, la idea de que aquel hombre era inmortal y que por tanto iban a morir fue tan certera, que no llegaron ni a luchar. Se rindieron de inmediato.

»¿Por qué? Tenían los números. Tenían la ventaja. Pero, aquel hombre… aquel hombre era un dios para ellos. Y así, el mercenario ganó su batalla número setenta y dos… muerto. Porque sí, lo estaba. El hombre que vieron los enemigos no era más que un impostor hengeado en su general.

No, no fue un Henge —le rebatió de nuevo Ryū. Muy seguro—. Era él, muerto, atado a su caballo para que no se cayese, el que causó el espanto en las tropas enemigas.

Mucho te preocupan los detalles de esta historia. —Y eso era extraño—. Como sea, para nosotros tú eres ese hombre, Ryū. La persona que todos temen. Capaz de espantar a nuestros enemigos incluso en una situación desventajosa. Pero eso no seguirá sucediendo si das muestras de debilidad. Si la situación se va de control, como dice Kaido, no podemos permitir que el mundo vea que el dios al que temen es un mero mortal. Tú mismo lo dices siempre. Las apariencias lo son todo. La fuerza lo es todo.

Y en aquellos momentos, le gustase o no, estaba muy lejos de estar en plenitud.

Nadie de aquí pone en duda que volverás a ser el que fuiste —mintió descaradamente—. Pero hasta que no vuelvas a serlo, debes tragarte el orgullo y permanecer en la sombra. Es la única manera de que tu leyenda no solo se mantenga intacta, sino que se agrande. Y es lo mejor para Dragón Rojo.

¿Tragarme mi orgullo? —preguntó él, confuso—. Deberías elegir mejor tus palabras, Anciana, o corres el riesgo de parecer que no me conoces en absoluto. El orgullo es una debilidad, y como tal, la amputé de mi alma hace mucho tiempo. Pero te equivocas —dijo, y su voz reverberó por toda la cueva como el gruñido de un dragón—. No puedo dar muestras de debilidad, porque no existe debilidad en mí que enseñar.

La Anciana resopló, hastiada.

¿Quieres llevar esto a votación?



¿A votación? Ryū observó al resto de Cabezas. A Kyūtsuki, quien había revelado a la Anciana la máquina de oxígeno con la que tenía que subsistir cuando cruzaba al mundo onírico. A Money, siempre tan cauteloso con todo negocio y toda apuesta. A Zaide, que solo por su odio contra él, no le apoyaría. Esos ya eran cuatro votos en su contra. Como mucho, obtendría un empate.

No dudaba de que, esta vez sí, se alzaría con la victoria. Fuese contra quien fuese. Pero eso implicaría volver a dividir al grupo, a retrasar las cosas en un momento tan crítico. No convenía a Sekiryū. Y él, por encima de todo…

… era fiel a Dragón Rojo.

No será necesario. —Miró a Kaido—. Confío en ellos. Hágase a tu modo, Anciana.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder


Mensajes en este tema
RE: Lo que se esconde tras la niebla - por Uchiha Datsue - 9/12/2019, 21:37


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.