9/12/2019, 23:25
Daruu giró y se puso bocaabajo. En ese momento contempló con horror cómo el cerdo levantaba las pezuñas traseras y se proponía a metérselas en toda la boca, entre otras cosas más curiosas y preocupantes de las que se estaba dando cuenta en ese preciso momento. Pero su salud dental era la más acuciante, sin duda, así que interpuso el escudo de caramelo entre él y el animal, y así es como, por segunda vez, el amejin salió volando y rodó por el suelo. Se levantó gruñendo él mismo como un puerco y volvió a desafiar al maldito bicho con la mirada.
—¡Pero bueno! —dijo extendiendo ambos brazos con rabia—. ¡No, si ahora el puto cerdo también va a usar el chakra y todo! ¡Me cago en todos los dioses de Oonindo!
A Amenokami no le hizo mucha gracia aquello. Como si le hubiera oído, el Dios de la Lluvia hizo arreciar el torrente que caía sobre Amegakure.
—A ver, y ahora cómo le entro yo de nuevo... —Jugueteó con los dedos alrededor del mango de su espada y una vez más volvió a envolverla en la Tormenta.
—¡Pero bueno! —dijo extendiendo ambos brazos con rabia—. ¡No, si ahora el puto cerdo también va a usar el chakra y todo! ¡Me cago en todos los dioses de Oonindo!
A Amenokami no le hizo mucha gracia aquello. Como si le hubiera oído, el Dios de la Lluvia hizo arreciar el torrente que caía sobre Amegakure.
—A ver, y ahora cómo le entro yo de nuevo... —Jugueteó con los dedos alrededor del mango de su espada y una vez más volvió a envolverla en la Tormenta.