14/12/2019, 13:25
—Escucha un momento. Estoy seguro de que aprendes después de cada entrenamiento, después de cada pelea. Con la gente es igual. Aprendes a escuchar más allá de las palabras. A interpretar el tono, el lenguaje corporal —dijo—. Cierra los ojos, y cierra tu corazón al dolor y al desengaño. Piensa, piensa, piensa. Recuerda. Recuerda cómo ha sido viajar con Yuuna. ¿De verdad crees que esa muchacha quería traicionarnos? Recuerda el encuentro con el bi... con Gyūki. Recuerda cómo se trataban entre ellos. La confianza que él depositó en ti. Y cómo parecía confiar en Yuuna también.
Le hice caso. Cerré los ojos y recordé. El viaje había sido... Desastroso. Si. Bastante desastroso. Sin embargo había sido divertido. El entrenamiento con Yuuna había sido divertido. Las canciones pirata, el encuentro con Gyūki.
Me había dejado poseer por la ira y el odio, dejando el razonamiento a un lado, olvidando todo mi entrenamiento, olvidando todo en general. Y eso me había cegado.
Por que en mis recuerdos, Yuuna había tenido varias ocasiones para terminar con nuestras vidas, y sin embargo, no lo había hecho.
Que idiota había sido.
»Y luego cuando llegamos aquí. Los samurái del puente nos trataron estupendamente. Y aunque nuestro amigo el soso nos trató con bastante indiferencia durante el camino a la posada, Yuuna se refirió a él por su nombre. Además, igual solo le caímos gordos cuando decidimos bromear con él. —Katsudon se rascó la nuca y volvió a levantarse—. Sea como sea, tendrás que admitir que es sospechoso que un guardia te encierre, otro te dé una llave para salir de esa misma celda y un tercero se escandalice y se ponga maldecir a grito pelado a la misma persona que anda dando órdenes al primero y llamándole por su nombre de pila como si lo conociese de toda la vida.
Si, claro, tenía razón. Pero era obvio que yo no me había fijado en esos detalles. Había estado ocupado maldiciendo y odiando a todo el mundo que se llamara a si mismo samurái.
—Escucha. Muchos de estos hombres sólo siguen órdenes. Algunos tendrán familia, y no seguirlas sería condenarlas a todas a la muerte o al exilio. Viví eso muy de cerca cuando Uzumaki Zoku estuvo en el poder.
»No se lo tengas en cuenta. Yo no tuve intención de oponerme a Zoku hasta que Hanabi-kun dio el paso por mi. Y quizás Yuuna sea esa valiente está vez. Pero hay una cosa, Reiji-kun, que es la que más me mosquea de todas.
»Hemos estado hipervigilados desde que pusimos pies en Sanrō-yama. No nos han quitado el ojo de encima. Y sin embargo, en la posada nos atacaron unos ninjas que NADIE había visto entrar. Los mismos ninjas que intentaron matarnos en el barco. A los tres. A Yuuna también. Los hombres de Kurama.
Si, eso también me había mosqueado a mi al principio. ¿Como era posible que, tras la muerte de su líder a manos de esos ninjas, no hubieran aumentado la seguridad? Sobretodo con el odio que parecían sentir por todo aquel que portara una bandana.
»Creo que está vez tendremos que mojarnos hasta el cuello en el fango, Reiji-kun. Aquí hay un asunto muy turbio.
Aún tenía dudas, pero asentí. Si Katsudon quería hundirse en el fango, yo buceria si hacia falta.
—Tienes razón, todavía tengo dudas, y aún estoy un poco confuso con todo esto, pero quizás Yuuna pueda terminar de explicarnos todo.
Si. Yuuna era la pieza clave. Tenía que contarnos que pasaba allí.
—Y ya que hablas de fango... Mi ropa quedo hecha un desastre y el resto hundida bajo los cimientos de la posada... Y no tengo un obi al que atar las espadas ahora mismo...¿Te importa si le robo la ropa al samurái que has noqueado? Quizás incluso nos viene bien que me disfrace de él y te "escolte".
Era una idea loca, como todas las que había tenido durante él viaje. Pero ese era el Reiji que Katsudon conocía. ¿No?
—También puedo ser él peor samurái de todo Oonido.
Sonreí después de muchos tiempo sin hacerlo. Y antes de que Katsudon dijera nada...
—Sin cantar, no te preocupes.
Le hice caso. Cerré los ojos y recordé. El viaje había sido... Desastroso. Si. Bastante desastroso. Sin embargo había sido divertido. El entrenamiento con Yuuna había sido divertido. Las canciones pirata, el encuentro con Gyūki.
Me había dejado poseer por la ira y el odio, dejando el razonamiento a un lado, olvidando todo mi entrenamiento, olvidando todo en general. Y eso me había cegado.
Por que en mis recuerdos, Yuuna había tenido varias ocasiones para terminar con nuestras vidas, y sin embargo, no lo había hecho.
Que idiota había sido.
»Y luego cuando llegamos aquí. Los samurái del puente nos trataron estupendamente. Y aunque nuestro amigo el soso nos trató con bastante indiferencia durante el camino a la posada, Yuuna se refirió a él por su nombre. Además, igual solo le caímos gordos cuando decidimos bromear con él. —Katsudon se rascó la nuca y volvió a levantarse—. Sea como sea, tendrás que admitir que es sospechoso que un guardia te encierre, otro te dé una llave para salir de esa misma celda y un tercero se escandalice y se ponga maldecir a grito pelado a la misma persona que anda dando órdenes al primero y llamándole por su nombre de pila como si lo conociese de toda la vida.
Si, claro, tenía razón. Pero era obvio que yo no me había fijado en esos detalles. Había estado ocupado maldiciendo y odiando a todo el mundo que se llamara a si mismo samurái.
—Escucha. Muchos de estos hombres sólo siguen órdenes. Algunos tendrán familia, y no seguirlas sería condenarlas a todas a la muerte o al exilio. Viví eso muy de cerca cuando Uzumaki Zoku estuvo en el poder.
»No se lo tengas en cuenta. Yo no tuve intención de oponerme a Zoku hasta que Hanabi-kun dio el paso por mi. Y quizás Yuuna sea esa valiente está vez. Pero hay una cosa, Reiji-kun, que es la que más me mosquea de todas.
»Hemos estado hipervigilados desde que pusimos pies en Sanrō-yama. No nos han quitado el ojo de encima. Y sin embargo, en la posada nos atacaron unos ninjas que NADIE había visto entrar. Los mismos ninjas que intentaron matarnos en el barco. A los tres. A Yuuna también. Los hombres de Kurama.
Si, eso también me había mosqueado a mi al principio. ¿Como era posible que, tras la muerte de su líder a manos de esos ninjas, no hubieran aumentado la seguridad? Sobretodo con el odio que parecían sentir por todo aquel que portara una bandana.
»Creo que está vez tendremos que mojarnos hasta el cuello en el fango, Reiji-kun. Aquí hay un asunto muy turbio.
Aún tenía dudas, pero asentí. Si Katsudon quería hundirse en el fango, yo buceria si hacia falta.
—Tienes razón, todavía tengo dudas, y aún estoy un poco confuso con todo esto, pero quizás Yuuna pueda terminar de explicarnos todo.
Si. Yuuna era la pieza clave. Tenía que contarnos que pasaba allí.
—Y ya que hablas de fango... Mi ropa quedo hecha un desastre y el resto hundida bajo los cimientos de la posada... Y no tengo un obi al que atar las espadas ahora mismo...¿Te importa si le robo la ropa al samurái que has noqueado? Quizás incluso nos viene bien que me disfrace de él y te "escolte".
Era una idea loca, como todas las que había tenido durante él viaje. Pero ese era el Reiji que Katsudon conocía. ¿No?
—También puedo ser él peor samurái de todo Oonido.
Sonreí después de muchos tiempo sin hacerlo. Y antes de que Katsudon dijera nada...
—Sin cantar, no te preocupes.