19/12/2019, 22:03
Daruu arqueó una ceja. Alrededor del único colmillo del animal se estaba arremolinando una cantidad nada despreciable de chakra. Demasiada como para ser una coincidencia. No es que el animal usase el chakra, es que sabía como hacerlo, y muy bien. Estaba empezando a sospechar lo que en breves instantes iba a ser una certeza.
—Vamos. Adelante, rayón —le soltó, con voz grave y ronca.
El shinobi dio un bote y le apuntó con la espada.
—¡Hijo de puta! —dijo como única expresión de sorpresa, y es lo único que el jabalí estaba dispuesto a ofrecerle decir, porque ya cargaba de nuevo a embestirle. ¡Sabía hablar, el cabrón! ¡Sabía hablar! Era un Kuchiyose, entonces. Comprobado.
Daruu interpuso el escudo de caramelo entre él y el animal, como había venido haciendo hasta ahora. Pero en lugar de recibir el impacto del colmillo, en el último momento, como sorpresa, hizo chocar su pie derecho en el suelo. La fina línea de agua a presión sólo recorrió medio metro, lo justo para situarse bajo el puerco. Daruu levantó la pierna, y un gran géiser lo mandó por los aires. Y a Daruu...
Bueno, Daruu se cubrió con el escudo, lo que le permitió parar la mayoría del estallido, pero no todo. La placa se partió en pedazos y el muchacho salió despedido hacia atrás dándose un sonoro golpe en la espalda contra el cemento.
—¡Ugh! Para que luego digan... ¡ay! Que los cerdos no vuelan. —Se levantó, apoyándose en el brazo que había quedado libre.
—Vamos. Adelante, rayón —le soltó, con voz grave y ronca.
El shinobi dio un bote y le apuntó con la espada.
—¡Hijo de puta! —dijo como única expresión de sorpresa, y es lo único que el jabalí estaba dispuesto a ofrecerle decir, porque ya cargaba de nuevo a embestirle. ¡Sabía hablar, el cabrón! ¡Sabía hablar! Era un Kuchiyose, entonces. Comprobado.
Daruu interpuso el escudo de caramelo entre él y el animal, como había venido haciendo hasta ahora. Pero en lugar de recibir el impacto del colmillo, en el último momento, como sorpresa, hizo chocar su pie derecho en el suelo. La fina línea de agua a presión sólo recorrió medio metro, lo justo para situarse bajo el puerco. Daruu levantó la pierna, y un gran géiser lo mandó por los aires. Y a Daruu...
Bueno, Daruu se cubrió con el escudo, lo que le permitió parar la mayoría del estallido, pero no todo. La placa se partió en pedazos y el muchacho salió despedido hacia atrás dándose un sonoro golpe en la espalda contra el cemento.
—¡Ugh! Para que luego digan... ¡ay! Que los cerdos no vuelan. —Se levantó, apoyándose en el brazo que había quedado libre.