23/12/2019, 21:24
Katsudon dirigió una severa mirada a Reiji, quien a pesar de todo siguió demostrando una vez más que en delirios y en no saber cuándo no abrir la boca él era el rey.
—¡Reiji...!
—Eres un necio y un desagradecido —espetó Yamato, dando un paso adelante y sujetando el mango de la espada—. Os dimos la llave para escapar y personalmente me he jugado el cuello de mis hombres para venir a buscaros junto a Yuuna. Y aún así...
Yuuna puso la mano en el hombro de Yamato, con la cabeza gacha y sollozando.
—Déjalo. Parece que el viaje que hicimos juntos no sirvió para nada. Parece que cruzar los aceros conmigo no sirvió para nada.
—Yuuna-san, espere, está frustrado por todo lo que ha...
—Y mi madre tal vez haya muerto, y me disponía a abandonar a mi País y a mi gente durante meses como un último recurso. Yo también estoy frustrada. No os preocupéis. Buscaremos otra manera si es necesario. Lamento el trato que se os dio aquí. —Ella y Yamato se dieron la vuelta y caminaron hacia el bosque. Antes de desaparecer entre los árboles, Yuuna desenvainó su espada. El brillo del filo de Tamashigiri hendió el aire—. La reconoces, ¿verdad, herrero? Ahí tienes tu maldita prueba. Aunque ya no te haga falta.
Y siguió adelante.
—¡Reiji...!
—Eres un necio y un desagradecido —espetó Yamato, dando un paso adelante y sujetando el mango de la espada—. Os dimos la llave para escapar y personalmente me he jugado el cuello de mis hombres para venir a buscaros junto a Yuuna. Y aún así...
Yuuna puso la mano en el hombro de Yamato, con la cabeza gacha y sollozando.
—Déjalo. Parece que el viaje que hicimos juntos no sirvió para nada. Parece que cruzar los aceros conmigo no sirvió para nada.
—Yuuna-san, espere, está frustrado por todo lo que ha...
—Y mi madre tal vez haya muerto, y me disponía a abandonar a mi País y a mi gente durante meses como un último recurso. Yo también estoy frustrada. No os preocupéis. Buscaremos otra manera si es necesario. Lamento el trato que se os dio aquí. —Ella y Yamato se dieron la vuelta y caminaron hacia el bosque. Antes de desaparecer entre los árboles, Yuuna desenvainó su espada. El brillo del filo de Tamashigiri hendió el aire—. La reconoces, ¿verdad, herrero? Ahí tienes tu maldita prueba. Aunque ya no te haga falta.
Y siguió adelante.
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