1/01/2020, 17:10
Daruu escuchó un grito que le decía que parase. Bueno, que parasen, él y el cerdo, esto es. Pero si el cerdo no estaba dispuesto a detenerse, ¿por qué había de hacerlo él? Con su Byakugan, vio a través de la nube de polvo que el puerco levantaba las patas, las cargaba de chakra y las volvía a estampar en el suelo. Daruu, molesto y dolorido, chasqueó la lengua y se volteó aún tumbado en el suelo formulando el sello de la serpiente.
«Suiton: Suishōha.»
El shinobi escupió un chorro de una gran cantidad de agua que rellenó la grieta que se dirigía hacia él a toda velocidad. Cuando el suelo se resquebrajó bajo él, cayó acolchado por las aguas sin sufrir daño alguno. Cuando pudo reponerse, salió de un salto y se mantuvo sobre el agua.
—¿¡Has venido a ayudar o piensas quedarte ahí gritándome que pare de defenderme!?
«Suiton: Suishōha.»
El shinobi escupió un chorro de una gran cantidad de agua que rellenó la grieta que se dirigía hacia él a toda velocidad. Cuando el suelo se resquebrajó bajo él, cayó acolchado por las aguas sin sufrir daño alguno. Cuando pudo reponerse, salió de un salto y se mantuvo sobre el agua.
—¿¡Has venido a ayudar o piensas quedarte ahí gritándome que pare de defenderme!?