3/01/2020, 21:17
En teoría, era fácil elegir según cual estuviese más lleno o fuese más ruidoso; pero en la práctica resultaba que en ambos se escuchaba música igual de fuerte, carcajadas y gente cantando.
—Creo que estaría bien revisar uno primero y otro después, ¿cierto? —pregunto el peliblanco mientras se encaminaba al local Las tres V.
Por supuesto, la costumbre exigía que los mayores fuesen delante al momento de entrar a un local; por lo que permitió que tanto Juro como Datsue le adelantaran. Solo era cuestión de acercarse a una puerta corrediza y entrar en un pequeño recibidor en donde se escuchaba la música aún más fuerte.
—Buenas, señores —dijo lacónicamente un sujeto que parecía estar vigilando.
—Huele gracioso —diría el peliblanco.
Lo cierto es que si, aquel olor era una mescla de incienso, alcohol, tabaco fino y perfume de mujer. El vigilante, alto y gordo, les miro de forma analítica; y parecía a punto de decir algo hasta que se fijó en las bandanas y en la placa de participante de Datsue.
—Están de suerte, durante el festival a los ninjas y competidores se les considera clientes VIP —aseguro, para luego conducirles por un pequeño pasillo.
«¿Qué restaurante tan raro?», pensó mientras caminaba y aquel aroma gracioso saturaba el aire hasta darle cosquillas en la nariz y en parte de los sesos.
Serian Juro y Datsue quienes detallarían el espectáculo tras la puerta corrediza. Aquel sitio estaba animado, muy animado, sí; pero resultaba ser un antro y no un comedero. Estaba repleto de luces vertiginosas y aromas exóticos. Además, lo más resaltante era la enorme cantidad de señoritas ligeramente vestidas, o de forma pecaminosa cuando la ropa era abundante. Entonces, era muy fácil entender, guiado por los muchos tubos de bailes dispersos, que las V de la entrada se parecía lejana y metafóricamente a las piernas de una bailarina, como aquellas danzantes en una bien iluminada tarima del local.
—Sensei, no veo —es quejo el genin, dando saltitos pues los tres estarían atravesados en la puerta y no le dejarían ver—. ¿Es este el restaurante?
—¿Qué? —pregunto el hombre luego de soltar una carcajada—. No, no, el restaurante es el de enfrente. Ambos son del jefe: pensó que sería buena idea darse una buena comida y luego ir a divertirse un poco, o viceversa, si es que me entienden.
El vigilante se quedó de pie en la entrada, esperando la reacción de su posible clientela. Había algunos a quienes no les agradaba tal ambiente y se retiraban al restaurante, mientras que otros eran vencidos por la curiosidad y entraban a experimentar un poco de aquello.
—Creo que estaría bien revisar uno primero y otro después, ¿cierto? —pregunto el peliblanco mientras se encaminaba al local Las tres V.
Por supuesto, la costumbre exigía que los mayores fuesen delante al momento de entrar a un local; por lo que permitió que tanto Juro como Datsue le adelantaran. Solo era cuestión de acercarse a una puerta corrediza y entrar en un pequeño recibidor en donde se escuchaba la música aún más fuerte.
—Buenas, señores —dijo lacónicamente un sujeto que parecía estar vigilando.
—Huele gracioso —diría el peliblanco.
Lo cierto es que si, aquel olor era una mescla de incienso, alcohol, tabaco fino y perfume de mujer. El vigilante, alto y gordo, les miro de forma analítica; y parecía a punto de decir algo hasta que se fijó en las bandanas y en la placa de participante de Datsue.
—Están de suerte, durante el festival a los ninjas y competidores se les considera clientes VIP —aseguro, para luego conducirles por un pequeño pasillo.
«¿Qué restaurante tan raro?», pensó mientras caminaba y aquel aroma gracioso saturaba el aire hasta darle cosquillas en la nariz y en parte de los sesos.
Serian Juro y Datsue quienes detallarían el espectáculo tras la puerta corrediza. Aquel sitio estaba animado, muy animado, sí; pero resultaba ser un antro y no un comedero. Estaba repleto de luces vertiginosas y aromas exóticos. Además, lo más resaltante era la enorme cantidad de señoritas ligeramente vestidas, o de forma pecaminosa cuando la ropa era abundante. Entonces, era muy fácil entender, guiado por los muchos tubos de bailes dispersos, que las V de la entrada se parecía lejana y metafóricamente a las piernas de una bailarina, como aquellas danzantes en una bien iluminada tarima del local.
—Sensei, no veo —es quejo el genin, dando saltitos pues los tres estarían atravesados en la puerta y no le dejarían ver—. ¿Es este el restaurante?
—¿Qué? —pregunto el hombre luego de soltar una carcajada—. No, no, el restaurante es el de enfrente. Ambos son del jefe: pensó que sería buena idea darse una buena comida y luego ir a divertirse un poco, o viceversa, si es que me entienden.
El vigilante se quedó de pie en la entrada, esperando la reacción de su posible clientela. Había algunos a quienes no les agradaba tal ambiente y se retiraban al restaurante, mientras que otros eran vencidos por la curiosidad y entraban a experimentar un poco de aquello.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)