5/01/2020, 17:27
(Última modificación: 5/01/2020, 17:30 por Taka Kisame. Editado 4 veces en total.)
Se acercó a su compañero a paso normal, con su habitual calma pero un gran gesto de satisfacción en su rostro. Quizás algo malamente descifrable ya que no era demasiado expresivo, sin embargo, alguien que le conociera medianamente sabría que esa no era la expresión que llevaba por ahí normalmente. Se detuvo a escaso metro y medio de su compañero y, sin saludar ni decirle nada, asintió con la cabeza, respondiendo a una pregunta no formulada que la mirada del renegado le hacía.
-Sí, sí, joven, la conozco. Vive un par de calles más abajo, pasando la plaza. Su casa es la de las tejas rojas, inconfundible, el número siete -Replicó con total exactitud a su compañero, reproduciendo sílaba por sílaba lo que el tabernero le había dicho -Mañana iremos, he tenido suficientes relaciones sociales para una buena temporada -Hizo amago de reirse, pero se quedó en una sonrisa, quizás algo forzada pero sincera. Como quien hace algo a lo que no está acostumbrado.
Por alguna razón, confiaba en ese tal Karasu. Sabía que ese no era su verdadero nombre, pero sin embargo, le parecía normal haber guardado el anonimato ante un desconocido siendo un renegado. Por otra parte, sabía que había hecho bien en venir a avisarle. No hubiera sido de buen gusto haber ido sin decirle nada y mucho menos visitar a una señorita a esas horas, seguramente estaría cenando, o haciéndose la cena. En cualquier caso, ya estaba hecho.
-Sí, sí, joven, la conozco. Vive un par de calles más abajo, pasando la plaza. Su casa es la de las tejas rojas, inconfundible, el número siete -Replicó con total exactitud a su compañero, reproduciendo sílaba por sílaba lo que el tabernero le había dicho -Mañana iremos, he tenido suficientes relaciones sociales para una buena temporada -Hizo amago de reirse, pero se quedó en una sonrisa, quizás algo forzada pero sincera. Como quien hace algo a lo que no está acostumbrado.
Por alguna razón, confiaba en ese tal Karasu. Sabía que ese no era su verdadero nombre, pero sin embargo, le parecía normal haber guardado el anonimato ante un desconocido siendo un renegado. Por otra parte, sabía que había hecho bien en venir a avisarle. No hubiera sido de buen gusto haber ido sin decirle nada y mucho menos visitar a una señorita a esas horas, seguramente estaría cenando, o haciéndose la cena. En cualquier caso, ya estaba hecho.