8/01/2020, 11:03
—¡Ahora, agarráos! —gritó Katsudon.
Y el barco se elevó en el aire, tal y como lo había hecho días atrás, cuando Gyūki los alzó para cambiar su rumbo. Reiji apenas tuvo tiempo de concentrar el chakra en los pies y cayó de culo. El navío sufrió una sacudida, giró en el aire hasta encarar el océano, y de pronto volvieron a encontrarse navegando por los mares de Oonindo. Si uno echaba la vista atrás, descubriría un Katsudon gigante, allá en la costa, con los brazos cruzados y una amplia sonrisa en el rostro. Poco a poco, se empequeñeció y desapareció con una nube de humo.
—Ahora es tu turno, mi capitán —dijo, acercándose a Reiji muy serio y palmeándole el hombro—. Ya sabes que no me llevo bien con alta mar. Mientras vea tierra, todo bien, pero dentro de un rato creo que voy a estar pasándolo bastante mal.
»Subamos a la cabina, chico. Tenemos que hablar.
Y el barco se elevó en el aire, tal y como lo había hecho días atrás, cuando Gyūki los alzó para cambiar su rumbo. Reiji apenas tuvo tiempo de concentrar el chakra en los pies y cayó de culo. El navío sufrió una sacudida, giró en el aire hasta encarar el océano, y de pronto volvieron a encontrarse navegando por los mares de Oonindo. Si uno echaba la vista atrás, descubriría un Katsudon gigante, allá en la costa, con los brazos cruzados y una amplia sonrisa en el rostro. Poco a poco, se empequeñeció y desapareció con una nube de humo.
—Ahora es tu turno, mi capitán —dijo, acercándose a Reiji muy serio y palmeándole el hombro—. Ya sabes que no me llevo bien con alta mar. Mientras vea tierra, todo bien, pero dentro de un rato creo que voy a estar pasándolo bastante mal.
»Subamos a la cabina, chico. Tenemos que hablar.
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