8/01/2020, 12:27
—¡Ahora, agarráos! —gritó Katsudon.
Dijo eso demasiado tarde. No tuve el tiempo de reacción suficiente como para poder concentrar el chakra en los pies, y caí de culo sobre la fría madera. Como siguieran lanzando el barco así, lo iban a destrozar. Mi querido compañero.
—Ahora es tu turno, mi capitán
Pues estaba confiando en la persona equivocada. Ni pajolera idea de navegar tenia. Y desde luego, entre aquellos barrotes, no había tenido tiempo ni recursos para aprender a hacerlo. Y lo mejor: Ya no habían ni mapa, ni brujula. Pero era mejor no decir nada. Sobretodo por que fijo que entraba de nuevo en pánico.
—Ya sabes que no me llevo bien con alta mar. Mientras vea tierra, todo bien, pero dentro de un rato creo que voy a estar pasándolo bastante mal.
Y cuando se diera cuenta de que no sabia ni donde no estábamos metiendo, ni a donde cojones se dirigia el barco, entonces si que iba a pasarlo mal.
—Subamos a la cabina, chico. Tenemos que hablar.
Claro que teníamos que hablar. Ya era hora de que lo hicieramos de hecho. Había esperado demasiado.
No espere ni un segundo a subir a la cabina. Ese sitio me traía recuerdos divertidos. Era un buen lugar para viajar de vuelta. La preguntara era ¿En que maldita dirección?
Supuse que Katsudon había encaminado bien el barco, así que, mientras no se viera un obstaculo a lo lejos, todo recto y hacia delante, en busca del jodido tesoro.
Si. El capitan Reiji estaba de vuelta. El peor pirata de todo Oonido. El navegante de los mil cien mares. Y ya podía oler de nuevo el tesoro. ¿De vuelta a Uzushiogakure? Si, pero por el camino habría tesoros, si señor.
Y esos tesoros serian todos del capitan Reiji.
¿Estaba olvidando algo importante sobre el mar? Bueno, si no lo recordaba, es que no sería tan importante.
Y la mejor parte: Volverían las canciones de piratas.
Dijo eso demasiado tarde. No tuve el tiempo de reacción suficiente como para poder concentrar el chakra en los pies, y caí de culo sobre la fría madera. Como siguieran lanzando el barco así, lo iban a destrozar. Mi querido compañero.
—Ahora es tu turno, mi capitán
Pues estaba confiando en la persona equivocada. Ni pajolera idea de navegar tenia. Y desde luego, entre aquellos barrotes, no había tenido tiempo ni recursos para aprender a hacerlo. Y lo mejor: Ya no habían ni mapa, ni brujula. Pero era mejor no decir nada. Sobretodo por que fijo que entraba de nuevo en pánico.
—Ya sabes que no me llevo bien con alta mar. Mientras vea tierra, todo bien, pero dentro de un rato creo que voy a estar pasándolo bastante mal.
Y cuando se diera cuenta de que no sabia ni donde no estábamos metiendo, ni a donde cojones se dirigia el barco, entonces si que iba a pasarlo mal.
—Subamos a la cabina, chico. Tenemos que hablar.
Claro que teníamos que hablar. Ya era hora de que lo hicieramos de hecho. Había esperado demasiado.
No espere ni un segundo a subir a la cabina. Ese sitio me traía recuerdos divertidos. Era un buen lugar para viajar de vuelta. La preguntara era ¿En que maldita dirección?
Supuse que Katsudon había encaminado bien el barco, así que, mientras no se viera un obstaculo a lo lejos, todo recto y hacia delante, en busca del jodido tesoro.
Si. El capitan Reiji estaba de vuelta. El peor pirata de todo Oonido. El navegante de los mil cien mares. Y ya podía oler de nuevo el tesoro. ¿De vuelta a Uzushiogakure? Si, pero por el camino habría tesoros, si señor.
Y esos tesoros serian todos del capitan Reiji.
¿Estaba olvidando algo importante sobre el mar? Bueno, si no lo recordaba, es que no sería tan importante.
Y la mejor parte: Volverían las canciones de piratas.