13/01/2020, 20:29
Katsudon dio una risotada. Observó la tierra alejándose no sin cierta preocupación.
—Espero poder acostumbrarme un poco después de un rato —dijo, empalideciéndose sin embargo—. Creo que este va a ser un viaje largo, y seguro que tendremos que hacer turnos para dormir. A menos que queramos parar por completo el barco en medio del océa... nononono. Mejor no, mejor no. —Se levantó de la caja y comenzó a moverse nervioso por toda la cubierta—. Bueno, Reiji-kun, yo... discúlpame. Voy a bajar a la despensa a ver la comida que nos queda... espero no tener que pescar.
»Ah... —dijo antes de salir—. Vas a pisar más espinas. Eres genin, tienes toda la vida por delante. Solamente intenta no hacerte mucho daño con ellas, jo, jo, jo.
La puerta se cerró y Reiji quedó a cargo del timón de nuevo en solitario. Pasaron varias horas, en las que tuvo que luchar contra el cansancio y el aburrimiento. A media mañana la puerta de la cabina se abrió. Los tímidos pasos de Yuuna la condujeron a las cajas en las que había estado Katsudon. Sin mirar a Reiji, Yuuna paseó el dedo por la caja recogiendo algo de polvo y pellizcándolo con la mano.
—Reiji... —dijo—. Siento mucho ser una carga para vosotros. De verdad. No pediría vuestra ayuda si no la necesitara.
—Espero poder acostumbrarme un poco después de un rato —dijo, empalideciéndose sin embargo—. Creo que este va a ser un viaje largo, y seguro que tendremos que hacer turnos para dormir. A menos que queramos parar por completo el barco en medio del océa... nononono. Mejor no, mejor no. —Se levantó de la caja y comenzó a moverse nervioso por toda la cubierta—. Bueno, Reiji-kun, yo... discúlpame. Voy a bajar a la despensa a ver la comida que nos queda... espero no tener que pescar.
»Ah... —dijo antes de salir—. Vas a pisar más espinas. Eres genin, tienes toda la vida por delante. Solamente intenta no hacerte mucho daño con ellas, jo, jo, jo.
La puerta se cerró y Reiji quedó a cargo del timón de nuevo en solitario. Pasaron varias horas, en las que tuvo que luchar contra el cansancio y el aburrimiento. A media mañana la puerta de la cabina se abrió. Los tímidos pasos de Yuuna la condujeron a las cajas en las que había estado Katsudon. Sin mirar a Reiji, Yuuna paseó el dedo por la caja recogiendo algo de polvo y pellizcándolo con la mano.
—Reiji... —dijo—. Siento mucho ser una carga para vosotros. De verdad. No pediría vuestra ayuda si no la necesitara.
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