17/01/2020, 17:35
El descansito duro mas de lo esperado. Vamos, que no fue una siestecita, fue como acostarse a las diez de la noche y levantarse a las diez de la mañana. Eso si, como una rosa y lleno de energía. Listo para entonar nuevas canciones de piratas.
Cuando me levanté, Katsudon ya no estaba allí, y tres de las latas de conserva estaban vacías. Quizás había ido a hacer la cena. Seguramente mientras cocinaba, se olvidaba de que estaba en mitad del mar. Aunque me parecía que tras latas era poca comida para los tres. Sobretodo contando a Katsudon, que comía por lo menos por cinco.
También, por la rendija de la puerta, vi como Yuuna bajaba a su camarote. ¿Si ella estaba aquí, quién manejaba el barco?
—Tamashigiri, perdóname, pues esta samurai indigna no se merece usar tu filo perfecto.
¿Estaba pensando en hacer alguna locura?
Para responder a esa duda, un shinobi de verdad hubiera esperado, y, sigiloso, la hubiera espiado. Pero yo no era un shinobi de verdad. Por lo que abrí la puerta de golpe y porrazo, hablando en voz lo suficientemente alta como para que me escuchase.
—Creía que había quedado claro que él imbécil bocazas de este barco era yo. ¿Que clase de estupideces estas diciendo? ¿Samurái indigna? ¿Acaso se te ha pegado la tontería por estar cerca de mí?
»¿Como puedes llamar samurái indigna a la persona que lo ha dejado todo a atrás para salvar a los suyos?
Cuando me levanté, Katsudon ya no estaba allí, y tres de las latas de conserva estaban vacías. Quizás había ido a hacer la cena. Seguramente mientras cocinaba, se olvidaba de que estaba en mitad del mar. Aunque me parecía que tras latas era poca comida para los tres. Sobretodo contando a Katsudon, que comía por lo menos por cinco.
También, por la rendija de la puerta, vi como Yuuna bajaba a su camarote. ¿Si ella estaba aquí, quién manejaba el barco?
—Tamashigiri, perdóname, pues esta samurai indigna no se merece usar tu filo perfecto.
¿Estaba pensando en hacer alguna locura?
Para responder a esa duda, un shinobi de verdad hubiera esperado, y, sigiloso, la hubiera espiado. Pero yo no era un shinobi de verdad. Por lo que abrí la puerta de golpe y porrazo, hablando en voz lo suficientemente alta como para que me escuchase.
—Creía que había quedado claro que él imbécil bocazas de este barco era yo. ¿Que clase de estupideces estas diciendo? ¿Samurái indigna? ¿Acaso se te ha pegado la tontería por estar cerca de mí?
»¿Como puedes llamar samurái indigna a la persona que lo ha dejado todo a atrás para salvar a los suyos?