18/01/2020, 12:39
Yuuna asintió. Con su ayuda —y una gran cantidad de esfuerzo—, los muchachos consiguieron mover a Katsudon, que quedó en el suelo con el rostro más pálido que le habían visto nunca. Yuuna trató de echarle aire con la mano.
—¡Rápido, Reiji, endereza el barco! —Porque el barco seguía girando como un loco, claro. Y lo más preocupante es que cuando dejará de hacerlo, no sabían a qué dirección se estaban dirigiendo. Porque claro, estaban rodeados de océano en una noche sin luna. ¿Quién tenía huevos a orientarse?
El peor pirata de Oonindo, desde luego que no.
—¡Rápido, Reiji, endereza el barco! —Porque el barco seguía girando como un loco, claro. Y lo más preocupante es que cuando dejará de hacerlo, no sabían a qué dirección se estaban dirigiendo. Porque claro, estaban rodeados de océano en una noche sin luna. ¿Quién tenía huevos a orientarse?
El peor pirata de Oonindo, desde luego que no.
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