18/01/2020, 17:11
—Verás, Reiji-kun... lo cierto es que yo...
Por fin iba a soltarlo. Le costaba, pero allí venía. ¿Que era lo que quiera decir? Nadia iba a saberlo, por que de repente...
—¡¡JO, JO, JO, MARINEROS, TEMED!!
—¡Eek!
De repente Katsudon había vuelto a interrumpirla. Por un lado me mosqueo, por llevaba toda la noche queriendo saber que narices quería decirme Yuuna a mi. Pero por otro lado me alegro ver al grandullón tan energético.
Tan energético que casi me convierte en parte del timón de una palmada en la espalda.
—¡Miradme! ¡Soy un hombre nuevo! ¡No me asustan los océanos! —quizas se estaba viniendo muy arriba. ¿Habría probado el consejo de emborracharse?—: excepto si es de noche y no se ve un carajo, pero iremos trabajando en ello.
—Me alegra ver que estás bien, Katsudon. No te imagina cuanto.
—Bueno, mi capitán. ¿¡Alguna novedad!?
—Nada en el horizonte todavía, grumete de agua dulce, pero mi olfato de pirata me dice que hay tesoros cerca no muy lejos, y eso significa tierra
Dije, intentando que no volviera a darle la bajona. Luego le hice una pequeña sugerencia sin ningún tipo de segundas intenciones.
—Oye Katsudon, ¿Por que no preparas un buen desayuno para los tres? Ya se que no hay mucho donde elegir, pero desde que probé un plato tuyo... Todavía babeo cuando lo recuerdo.
Sin. Segundas. Intenciones.
Por fin iba a soltarlo. Le costaba, pero allí venía. ¿Que era lo que quiera decir? Nadia iba a saberlo, por que de repente...
—¡¡JO, JO, JO, MARINEROS, TEMED!!
—¡Eek!
De repente Katsudon había vuelto a interrumpirla. Por un lado me mosqueo, por llevaba toda la noche queriendo saber que narices quería decirme Yuuna a mi. Pero por otro lado me alegro ver al grandullón tan energético.
Tan energético que casi me convierte en parte del timón de una palmada en la espalda.
—¡Miradme! ¡Soy un hombre nuevo! ¡No me asustan los océanos! —quizas se estaba viniendo muy arriba. ¿Habría probado el consejo de emborracharse?—: excepto si es de noche y no se ve un carajo, pero iremos trabajando en ello.
—Me alegra ver que estás bien, Katsudon. No te imagina cuanto.
—Bueno, mi capitán. ¿¡Alguna novedad!?
—Nada en el horizonte todavía, grumete de agua dulce, pero mi olfato de pirata me dice que hay tesoros cerca no muy lejos, y eso significa tierra
Dije, intentando que no volviera a darle la bajona. Luego le hice una pequeña sugerencia sin ningún tipo de segundas intenciones.
—Oye Katsudon, ¿Por que no preparas un buen desayuno para los tres? Ya se que no hay mucho donde elegir, pero desde que probé un plato tuyo... Todavía babeo cuando lo recuerdo.
Sin. Segundas. Intenciones.