20/01/2020, 23:17
—Yo si. Aunque no es algo muy importante pero... ¿Que tal el arma que le traje? ¿Ha podido probarla? ¿Necesita algún ajuste? —dijo Reiji. Hanabi sonrió amablemente, y levantó el brazo derecho, dejando que la manga se deslizara hacia abajo y mostrando el brazalete con los discos metálicos que le había regalado el muchacho.
—No le he dado un uso real, Datsue no me dio tiempo, y con el General estuve un poco... indispuesto. —Hanabi hizo una mueca divertida—. Pero sí que me ha dado tiempo de probarla en entrenamientos, y oh, Reiji, es maravillosa. Quizás algún día te la enseñe en acción... pero creo que tendrás que entrenar algo más, ¿eh? —El Uzukage le guiñó el ojo—. También le he puesto nombre. Rasenhō.
—Aaah, y piénsese lo de dejarme asistir a los interrogatorios de Yuuna. Mientras habla con Katsudon ya me ocupo de enseñarle la villa.
—Muchacho, se nota a la legua que tenéis algo entre vosotros dos... —Yuuna, avergonzada, apartó la mirada—. Pero me temo que eso no va a ser posible, por razones de seguridad. Espero que lo comprendas.
—Reiji, déjalo, de verdad. Está bien así.
—Bien. Entonces, podéis marcharos. ¿Te quedarás en mi casa entonces, Yuuna?
La muchacha miró de reojo a Reiji.
—Supongo que sí. De momento. No he podido traerme ahorros aquí.
—No le he dado un uso real, Datsue no me dio tiempo, y con el General estuve un poco... indispuesto. —Hanabi hizo una mueca divertida—. Pero sí que me ha dado tiempo de probarla en entrenamientos, y oh, Reiji, es maravillosa. Quizás algún día te la enseñe en acción... pero creo que tendrás que entrenar algo más, ¿eh? —El Uzukage le guiñó el ojo—. También le he puesto nombre. Rasenhō.
—Aaah, y piénsese lo de dejarme asistir a los interrogatorios de Yuuna. Mientras habla con Katsudon ya me ocupo de enseñarle la villa.
—Muchacho, se nota a la legua que tenéis algo entre vosotros dos... —Yuuna, avergonzada, apartó la mirada—. Pero me temo que eso no va a ser posible, por razones de seguridad. Espero que lo comprendas.
—Reiji, déjalo, de verdad. Está bien así.
—Bien. Entonces, podéis marcharos. ¿Te quedarás en mi casa entonces, Yuuna?
La muchacha miró de reojo a Reiji.
—Supongo que sí. De momento. No he podido traerme ahorros aquí.