23/01/2020, 19:38
(Última modificación: 23/01/2020, 19:45 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Akame se limitó a dedicarle una sonrisa bobalicona a Money en respuesta a su chanza, sin intención alguna de picar el anzuelo. Kyūtsuki les daba el mapa, él los colaba dentro, y entre todos le daban una sorpresa a Umigarasu que haría que se cagara encima: el plan estaba claro.
Sin embargo, había una mosca cojonera que seguía con ganas de arrimarse a la miel, por mucho que Akame había intentado espantarla a metafóricos manotazos. La Anciana arremetió con sus preguntas, siempre incisiva, siempre atenta. El interés que tenía por semejante poder era evidente, pero el Uchiha no pensaba ponérselo tan fácil. Si la Anciana se pensaba que Akame era una simple herramienta que ella podía utilizar cuando le viniera en gana, estaba bien equivocada.
—¿Crees que soy idiota, Anciana? —replicó, casi escupiendo las palabras—. ¿Meternos adentro de una Villa Oculta, para qué exactamente? ¿Quieres decir que si soy capaz de teletransportar a todo un maldito ejército al despacho de Sarutobi Hanabi? Porque si no, no veo sentido a hacer tal tontería.
Apuró el cigarrillo y lo tiró al suelo, de mala gana.
—Para ti, Anciana, y para el resto de vosotros. Por si en algún momento se os ocurre, como a aquí nuestra ilustre Anciana, que podéis usarme de caballo de carreras para andaros llevando a comprar caramelos a la tienda de la esquina —miró a todos, aunque a Ryū apenas le pasó de largo, cabe decir—. La última vez que me colé en una Villa Oculta para saldar una vieja deuda, lo supieron. Y os puedo asegurar que fue así, uno, dos, entrar y salir. Pero lo supieron. ¿Cómo? No tengo ni la menor idea. Pero no os equivoquéis: si alguna vez entraráramos ahí, tendríamos a todo el ANBU de la Alianza cayéndonos a putazos antes de lo que tarda Money en liarle un porro a su abuela.
Sin embargo, había una mosca cojonera que seguía con ganas de arrimarse a la miel, por mucho que Akame había intentado espantarla a metafóricos manotazos. La Anciana arremetió con sus preguntas, siempre incisiva, siempre atenta. El interés que tenía por semejante poder era evidente, pero el Uchiha no pensaba ponérselo tan fácil. Si la Anciana se pensaba que Akame era una simple herramienta que ella podía utilizar cuando le viniera en gana, estaba bien equivocada.
—¿Crees que soy idiota, Anciana? —replicó, casi escupiendo las palabras—. ¿Meternos adentro de una Villa Oculta, para qué exactamente? ¿Quieres decir que si soy capaz de teletransportar a todo un maldito ejército al despacho de Sarutobi Hanabi? Porque si no, no veo sentido a hacer tal tontería.
Apuró el cigarrillo y lo tiró al suelo, de mala gana.
—Para ti, Anciana, y para el resto de vosotros. Por si en algún momento se os ocurre, como a aquí nuestra ilustre Anciana, que podéis usarme de caballo de carreras para andaros llevando a comprar caramelos a la tienda de la esquina —miró a todos, aunque a Ryū apenas le pasó de largo, cabe decir—. La última vez que me colé en una Villa Oculta para saldar una vieja deuda, lo supieron. Y os puedo asegurar que fue así, uno, dos, entrar y salir. Pero lo supieron. ¿Cómo? No tengo ni la menor idea. Pero no os equivoquéis: si alguna vez entraráramos ahí, tendríamos a todo el ANBU de la Alianza cayéndonos a putazos antes de lo que tarda Money en liarle un porro a su abuela.