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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los cimientos se tambalean
Reunión de los Tres Kages, Despedida del 219
#1
Había pasado un año, exactamente un año, desde lo que algunos habían bautizado como la Reunión de los Tres Grandes. Aquel día había hecho sol. Aquel día había hecho calor. Y todo había acabado bien. En el día de hoy, en cambio, hacía frío, mucho frío. De ese que traspasaba la piel y atravesaba los huesos. De ese que producía una nube de vaho cada vez que se expulsaba el aire por la boca. De ese que se colaba entre las ropas a través de la lluvia. ¿Era aquella una señal? Prefería no pensar en ello.

Hanabi caminaba con sus habituales acompañantes. Katsudon, a su derecha; Kuza, a su izquierda. Todo parecía igual, y todo era distinto al mismo tiempo. Kurama, los bijūs, tantas cosas que había preconcebido. Que había dado por ciertas, sin siquiera planteárselas. Y Reiji había llegado un buen día para tumbárselas de un sopapo.

¿Les pasaría lo mismo a Yui y Kintsugi, cuando se lo contase? Algo le decía que si no era así, la Oonindo que conocían estaría en más peligro que nunca.

Todo irá bien, Hanabi-kun.

Hanabi miró a Katsudon y esbozó una sonrisa relajada que estaba lejos de poseer.

Lo sé, Don. Lo sé. —Quería creer que lo sabía, al menos.

Se dieron cuenta que eran los primeros en el templo sin Dios, y Hanabi fue a ocupar asiento en el mismo lugar que la anterior vez. Oh, bueno, quizá no fuese exactamente el mismo asiento, por eso de que lo había roto en un descuido, pero sin duda una sustitución idéntica. Miró el sillón de piedra en el que había estado sentado Moyashi Kenzou un año atrás y, entonces, se dio cuenta…

… se dio cuenta que, definitivamente, nada sería ya igual.
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Mensajes en este tema
Los cimientos se tambalean - por Sarutobi Hanabi - 25/01/2020, 22:09


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